un tratamiento del dolor


Un tratamiento del dolor
Por la Lic. Liliana Vázquez, psicóloga y socióloga*
H. Bosch - "Extracción de la piedra"NOTA DEL EDITOR: en fecha coincidente dos psicólogas argentinas me hicieron llegar, en junguiana sincronicidad,   sendos artículos sobre una temática similar: la relación entre dolor y goce. Por ello me pareció interesante alojarlos juntos y los relacioné, de alguna manera, con el trabajo que pueden leer en la sección Para Colegas sobre "Sexualidad y muerte". En algunos momentos parecieran acordar con aquello que nos decía Alphonse Donatien (1740-1814), más conocido como el Marqués de Sade: "Sostuve mis extravíos con razonamientos, no me puse a dudar... supe destruir en mi corazón todo lo que podía estorbar mis placeres... No existe ninguna especie de sensación que sea más activa, más incisiva, que la del dolor".

 

 

 

"Nuestra tarea consiste en reemplazar el dolor desnudo y
enigmático por el trabajo de duelo por un objeto o una
abstracción puesta en su lugar""
Sigmund Freud.
Duelo y Melancolía

Un enfermero de hemodiálisis se inyecta con Klosidol, tiene depresión y sueño; en un día, en horas, se inyecta 5 o 6 ampollas: "Siento la compulsión al pinchazo, me interesa sentir el dolor y me relajo, como si sintiera placer. Sólo me inyecto en mi trabajo, trato de no tener elementos, jeringas, agujas, etc., en casa. Mi Sra.  me hace sufrir una inspección de rutina, delante de mis hijos, cada vez que llego a casa. Ahora me pincho sólo en los brazos, antes me dejaba moretones. No sufro ningún dolor... cuando comencé tenía dolores, el analgésico, cuando se va de vena, duele muchísimo, yo quería bancarme ese dolor de 3 o 4 minutos.... A lo mejor hice algo que me sentía culpable, nunca sucedió que se me muera un paciente mientras lo estaba dializando"".
Freud en el "Proyecto para una psicología para neurólogos" nos dice: "El dolor es una experiencia de ruptura donde la sensación prevalece sobre la representación. El displacer es la investidura de un recuerdo: la representación   prevalece sobre la sensación. Con el dolor, sucede lo inverso... La experiencia de dolor provee una excelente facilitación entre estas neuronas (secretoras) y la huella mnémica del objeto hostil cuya evocación liberará displacer en el afecto"". En el apéndice C dirá: "... el dolor es la reacción propia a la pérdida del objeto;   la angustia, la reacción al peligro que esta pérdida entraña..."
Piera Aulagnier sugiere: "el dolor físico podría cumplir también una función de reequilibramiento catártico y a la larga de reestructuración del aparato psíquico. El sufrimiento del cuerpo es tal vez un medio de dar satisfacción a Tanatos, de pagar de cierto modo esa deuda (de una muerte) con lo materno, de modo que algo de la pulsión de vida pueda instalarse. Como si pudiese tener lugar un duelo en acto".
Esto implica la puesta en forma de un pacto mortífero que exige que la angustia de lo materno deba ser taponada con la sustancia, careciendo así de la representación que le permitiría iniciar el duelo. Este agujero representativo transformado en dolor psíquico, ausencia, nostalgia, imperativo de goce, parece que solo podría subjetivarse a través del sufrimiento y del dolor físico. Dolor físico como efecto de un irrepresentable traumático suspendiendo la ansiedad, evitando el desenlace de la depresión y el camino del duelo.
El papá del paciente murió hace 24 años de cáncer gástrico: "Su muerte la viví muy mal, cuanto más pasa el tiempo más lo extraño. Era profesor de educación física asimilado al ejercito, estuvo dos veces internado por gastritis y úlcera sangrante, siempre con problemas gástricos. Cuando yo tenia 10 años a mi papá lo trasfundieron (sic) ..... Murió a los 50 años.""
O. hace 18 años trabaja como enfermero de hemodiálisis:   "Pinchando todos los días, uno siempre hace la transfusión... Hace 8 años tuve una ulcera gástrica y quedé bien...Tuve una cirugía por una fístula perianal. Me drenaron en dos oportunidades y volvía a formarse la fístula, hasta que me operaron. Evolucioné bien sin problemas, desde entonces me inyecto con Klosidol"". Momento en que se instala el ritual, que por un lado es compulsión a la repetición, y por otro emerge como defensa frente algo que aparece como intolerable.
Su mujer lo somete a vejaciones diarias, ya que es revisado, delante de los hijos, todos los días cuando vuelve del trabajo, y acusado de drogadicto. De ella dice: "Tiene carácter fuerte, no me deja tener amigos, es una persona rígida, a veces se aísla y me aísla, me castiga con el sexo, no quiere tener sexo hasta que no esté definitivamente curado. Cuando teníamos sexo nos cuidábamos con preservativos, con los días y con coitus interruptus porque ella tenia miedo que yo estuviera infectado, porque trabajaba con pacientes con hepatitis B, HIV, etc."
Lacan en el Seminario del 22-2-67 plantea: "El acto sexual implica un pasaje por la castración y produce una mutación subjetiva... la impotencia y la eyaculación precoz en la medida que son formas de defensa respecto del mal temido: evitan el malestar mayor de la angustia en el acto sexual".
Los estragos a los cuales O. somete a su cuerpo, con la ingesta y su posicionamiento subjetivo, aparecen como una mascarada masoquista, pero distan de ésta,   en realidad denuncian la imposibilidad de este sujeto para hablar en el sentido del bien-decir. Su lenguaje queda desbordado por el cuerpo de la conversión, actúa y empuja a su entorno a actuar.
En resumen es un "hacer" enteramente dedicado al goce, con el cual evita la tramitación del duelo por la muerte de su padre, anestesiándose e infringiéndose dolor a la vez, en una suerte de sentimiento inconsciente de culpabilidad y necesidad de castigo por lo insoportable que le resulta la pérdida del objeto. Víctima de ese Super-Yo, utiliza el tóxico, en este caso un analgésico potente que contiene sustancias opiáceas, en el impasse que produce en relación a la angustia frente al deseo del Otro, ubicado en la dimensión problemática de la castración. Responde al "ser nombrado para" en este caso por su mujer : "Sos un drogadicto", por la vía del tóxico, sin saber, que de esta manera satisface la demanda del Otro.
En el transcurso del tratamiento se separará de su mujer y al mismo tiempo dejará de inyectarse. Evidentemente cualquiera de los términos de este par fantasmático: inyectarse -  los vejámenes de su mujer, suplían la tramitación del duelo. Es cuando se libera de ese Otro, a través de un episodio donde O. se niega a su revisación diaria y su mujer lo echa de la casa, que él se angustia por la separación, pero no "se calma" con el tóxico, no se inyecta. Le grita por primera vez, a ella, su hartazgo, resistiéndose a la confirmación de su "ser adicto", pudiendo, ahora sí, enfrentarse con los peligros del sinsentido que engendra la angustia ante el Deseo del Otro, iniciando el análisis, que dará lugar a la emergencia del deseo, posibilitando el pasaje del "dolor" infringido a su cuerpo, a un decir sobre su sufrimiento, nueva manera de tramitar el dolor, implicándose como sujeto.
Referencias bibliográficas
Freud, Sigmund: Proyecto para una psicología  para neurólogos. Apéndice C, Tomo I, O.C. Amorrortu editores
Lacan, Jacques: El objeto en psicoanálisis. Inédito
Aulagnier, Piera: Los destinos del placer. París. PUF 1979
Geberovich, Fernando: Un dolor irresistible. Toxicomanía y pulsión de muerte. Ed. Letra Viva
*Lic. Liliana Vázquez, psicóloga y socióloga
e-mail: vazbar@fibertel.com.ar



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