el estrés de las mujeres


El estrés de las mujeres
por el Dr. Daniel Sidelski, médico psiquiatra
Picasso - "Mujer llorando"Las mujeres y los varones no experimentan el estrés de la
misma manera. Variaciones en la sensibilidad a lo largo del
ciclo menstrual, el tipo de estresores que enfrentan, los
distintos significados que atribuyen a  un mismo problema, el modo
en que afrontan las dificultades, así como una distinta visión de la
vida en general, son los factores importantes que marcan esta
diferencia.

En mi experiencia, en el tratamiento de pacientes que padecen
síntomas físicos y psicológicos debidos al estrés, en el curso de
los años he encontrado ciertas diferencias en la forma en que varones y mujeres son afectados por el mismo.

Cuando una persona concreta, con nombre y apellido, solicita mi ayuda por considerar que una situación vital determinada está sobrepasando su capacidad para afrontarla, entonces suelo trabajar en dos etapas.
En la primera, llevo a cabo un proceso educativo, en el que le explico cómo funciona el sistema nervioso en relación a las demandas (externas o internas), a los procesos de adaptación y al fenómeno del estrés. Le cuento la manera en que, tanto el cuerpo como la mente, manifiestan un estado de alerta e hipervigilancia, mediante la activación de diferentes procesos biológicos y psicológicos.
Luego, encomiendo a la persona una tarea muy especial: que confeccione su Mapa Personal de Cargas (MPC), esto es que identifique y registre las particulares situaciones que a él, o ella, le representan un demanda (ya sea un esfuerzo, enojo, o tensión). A estas cargas o factores estresantes las llamamos estresores.
En la segunda etapa, planificamos juntos, el curso de acción a seguir tomando como base ese mapa (MPC).
Analizando los registros de numerosas personas, he encontrado que, si bien numerosos estresores son similares para varones y mujeres, existen ciertas diferencias muy importantes a ser tenidas en cuenta a la hora de diseñar los cursos de acción que han de ser implementados.
EL CICLO MENSTRUAL
Desde muy pequeño, tuve la suerte de tener un intenso contacto con la naturaleza, por lo que pude experimentar directamente los distintos ciclos de la Tierra. Básicamente, podemos hablar de tres: el ciclo día/noche, el ciclo lunar y el solar.
Es bien conocido en el mundo del estrés, que los niveles sanguíneos de las hormonas de activación (el cortisol y la adrenalina, por ejemplo) no son estables a lo largo del día, y que guardan relación con el ritmo sueño-vigilia (dormido-despierto), lo que es muy importante a la hora de manejar el estrés. En este ciclo en especial, no he observado diferencias de importancia clínica entre los sexos.
Pero cuando consideramos el ciclo menstrual (lunar) , he notado que la sensibilidad de las mujeres ante los  estresores, varía a lo largo del mismo.
Si bien por el momento, no he desarrollado estudios científicos formales (el método científico exige sujetar otras variables que también pueden afectar esta sensibilidad), sí he observado, con cierta sorpresa,  que la mayoría de las mujeres parece ser mucho más independiente de los problemas externos de lo que la creencia popular sostiene; en cambio a través de los registros, pude ver que sus estados internos suelen ser de mayor peso, a la hora de decidir cuánto de perturbador resultará una situación demandante.
Si se me permite una licencia poética, la mujer impresiona ser como la marea del océano: ella tiene una gran fuerza dentro que la lleva a depender mucho más de lo que sucede en su interior que de lo externo. De este modo, cuando "amanece bien" su humor no parece afectarse de manera importante por los acontecimientos cotidianos; mientras que los días que se levanta "cruzada" los mínimos inconvenientes diarios pueden provocarle un intenso malestar, mostrando una gran sensibilidad y vulnerabilidad. De este modo, en un mundo social que se ha tornado experto en detectar las falencias de las personas, se ha construido una imagen de mujer "histérica", sensible, vulnerable.
Lo que complica la situación es que ella adopta finalmente esa visión que la lleva a comportarse de ese modo el resto de los días del ciclo. Por eso, conociendo esto,  puede aprender a organizarse de otra manera, y actuar en consecuencia.
Por supuesto, cuando alguien ha funcionado de este modo por muchos años, el cambio no se efectúa con la velocidad que uno quisiera.
DIFERENCIAS EN LOS ESTRESORES
Si bien gran parte de los acontecimientos estresantes son compartidos por ambos sexos, he notado que existen ciertas situaciones que se presentan con mayor prevalencia (incluso exclusivamente) en las mujeres.
Así como la exposición a eventos relacionados con violencia física, guerra o combate, suele generarse más frecuentemente en el género masculino, la mujer presenta otro tipo de estresores que son prácticamente de su exclusividad: embarazo -con y sin pareja estable-; convertirse en único sostén de sus hijos, no quedar embarazada en casos en que sí lo desea; ser víctima de violencia o acoso sexual; recibir maltrato físico o psicológico en su hogar; no desarrollar adecuadamente su carrera profesional por elegir desempeñar más eficazmente su rol como ama de casa y madre, son los clásicos ejemplos. Es necesario considerar de suma importancia este tipo de situaciones a la hora de planificar las intervenciones terapéuticas.
Otro hecho a destacar es el siguiente: en nuestra cultura suele esperarse de la mujer que actúe como una madre plena de recursos, siempre dispuesta a satisfacer las necesidades de los demás sin requerir atención a las suyas propias.
En ese sentido, los trabajos de las mujeres típicamente consisten en posiciones de poco poder y mucho cuidado (doctor - enfermera, jefe - secretaria, patrón - empleada) en los que se le pide mucho y se les ofrece poco (los sueldos de las enfermeras y las secretarias suelen ser mucho menores que los de doctores y jefes). Debido a ello, muchas veces, lo estresante, no es la tarea en sí, sino el rol asignado de madre que todo lo puede y nada necesita.
DIFERENCIAS EN LOS SIGNIFICADOS
Hace un tiempo, recibí un chiste a través de mi correo electrónico de la serie "machistas y feministas": consistía en numerosas situaciones que, de ser llevadas a cabo por un varón reciben un significado muy diferente que si son realizadas por una mujer:
Sutiles diferencias:
Dios: Creador del universo y origen de lo más divino y sagrado de la existencia.
Diosa: Linda

Héroe: ídolo
Heroína: droga

Varón público: conocido, que desarrolla una vida social pública
Mujer pública: prostituta

Complicado: interesante
Complicada: ¡puaj!

Ambicioso: buen partido
Ambiciosa: perra, trepadora

Competitivo: ganador
Competitiva: mala

Atrevido: osado, valiente
Atrevida: insolente

Soltero: codiciado
Soltera: clavo

Histérico: indeciso
Histérica: loca

El cuida su peso: deportista, buen mozo
Ella cuida su peso: anoréxica, superficial

Suegro: padre político
Suegra: bruja

Ello me invitó a pensar y revisar los registros de mis pacientes, lo que me llevó a encontrar, con sorpresa, numerosas situaciones que en terapia sistémica denominamos Doble Vínculo. Las mismas, consisten en formas particulares de relación en las que haga lo que  haga, la persona pierde (loose -loose situation).
Esto quiere decir lo siguiente: por ejemplo, la mujer que en su trabajo no es competitiva, seguramente no podrá desarrollar una carrera acorde a los tiempos actuales. Pero al mismo tiempo, si adopta una actitud de competencia, es catalogada como mala, y trepadora. O sea, haga lo que haga, siempre pierde. O por ejemplo, si una joven se siente atraída por un muchacho, debe aguardar que éste inicie la danza del galanteo. Si esto no sucede, ella debe optar por esperar eternamente, o proceder a la conquista, lo que no es bien visto en nuestra cultura. Otra vez, haga lo que haga pierde.
Como puede apreciarse, nuevamente, no es la tarea en sí lo estresante, sino esta situación sin salida que queda planteada por los significados asignados a ciertos comportamientos.  Al darse cuenta de ello, la persona experimenta un alivio considerable en numerosas de estas situaciones.
DIFERENCIAS EN EL MODO DE AFRONTAMIENTO
Clásicamente, los profesionales que nos dedicamos al manejo del estrés, solemos diferenciar dos lugares de intervención, a los que llamamos locus de control interno y locusde control externo (locus en latín: lugar).
Esto quiere decir que, ante las demandas, pueden desarrollarse dos clases de habilidades diferentes: unas que ayuden a "mantener la calma" y otras tendientes a "resolver" el problema. Por supuesto, ambas se complementan. Si la persona sabe que puede arreglárselas ante una demanda, entonces estará más tranquila, al mismo tiempo que, si tiene la capacidad de mantener la calma, la probabilidad de encontrar estrategias para resolver el problema se incrementa.
Siguiendo este esquema, se solicita al paciente que organice su plan de acción en dos grupos de actividades que llamamos estrategias enfocadas en la emoción y estrategias enfocadas en el problema. Y en este punto, también he notado diferencias significativas entre varones y mujeres:
La mujer, espontáneamente, suele dirigirse hacia el manejo de las emociones, mientras que el varón prefiere entrenarse en la solución de problemas. Ella sabe intuitivamente que, si se siente bien por dentro, los factores externos no representan gran inconveniente. Él, en cambio, experimenta alegría en la medida que los problemas son resueltos.
De este modo he visto, con mayor frecuencia que en los varones, las mujeres desarrollan estados de depresión, mientras que éstos muestran tendencia a pasar a la acción, incrementando la impulsividad y las conductas agresivas. Asimismo,  el género femenino suele atribuir  más frecuentemente sus fracasos a factores internos (falta de capacidad o haber entendido mal, por ejemplo) mientras que los representantes del género masculino presentan tendencia a atribuirlo a factores externos (el profesor es un imbécil, el otro conductor me chocó). Además, ella tiene apreciaciones más pesimistas acerca de sus propias capacidades y muestra una tendencia a generalizar una deficiencia específica a otras áreas de su vida (por ejemplo, si considera que no es buena cocinera, tiende a pensar que tampoco es capaz en otras actividades).  De este modo, la autoestima de las mujeres suele verse afectada con mayor frecuencia y más seriamente que la de los varones.
AMOR DE MADRE Y AMOR DE PADRE
En base a mi experiencia, me animo a decir que la mujer (el principio femenino, más exactamente ) muestra una visión del mundo y sus inconvenientes, diferente que el varón (principio masculino). Esto lleva a que la evaluación que ella efectúa de los problemas sea distinta a la que realiza él. Mientras que para el género femenino lo importante es la repercusión afectiva de las contrariedades, para el masculino lo importante es la repercusión efectiva ."¿Cuál es el problema concreto?", pregunta él. "Sos un insensible", contesta ella. El varón necesita encontrar soluciones, la mujer expresar sus emociones. Si me permiten, exploraré más profundamente este punto:
El amor materno es una afirmación incondicional de la vida del niño y sus necesidades. Esta actitud, inculca al niño el amor a la vida, que crea el sentimiento: ¡es bueno estar vivo, sentirse vivo! De este modo, representa el amor que nunca ha de faltar aún cuando se convierta en el más pillo. Por ello, en la visión de los problemas, nada es más importante para la mujer que el principio de la vida biológica y emocional.
Por otra parte, el amor paterno, es una afirmación incondicional de la justicia y de lo que es correcto. Esta actitud, inculca al niño el amor por el conocimiento y la verdad, el sentimiento de orgullo y honor. De este modo, representa el amor que ha de conseguirse a costa de hacer lo que es correcto. Por ello,  en la visión de los problemas nada es más importante para el varón que los principios de justicia y de verdad, y todo su orgullo y reputación son puestos en juego si no logra encontrar una solución.
Y es justamente esta diferencia de visión, la generadora de innumerables inconvenientes en muchos hogares: ambos cónyuges, suelen sentir que el otro no comprende verdaderamente el meollo de la cuestión.
Como ambos principios son igualmente importantes para lograr un crecimiento saludable se vuelve necesario tenerlos presente a la hora de organizar el plan del manejo del estrés. En mi experiencia, esta diferente visión se halla tan profundamente arraigada en el interior de las personas, y  representa valores tan radicales que, de no ser tenidos en cuenta, llevan al fracaso de cualquier intento por controlar el estrés.
RECOMENDACIONES
Siguiendo los cinco puntos presentados:
1- La mujer, debe saber que su sensibilidad antes los inconvenientes varía a lo largo del ciclo menstrual. Por ello, debe aprender en qué momentos ella se siente más vulnerable y en qué momentos se vuelve más fuerte. Luego ha de tratar de organizarse en torno a ello.
2- Es importante que la mujer recuerde que existen ciertas situaciones que suelen presentarse casi exclusivamente en el género femenino, con lo cual, es poco probable que su compañero pueda comprenderla "espontáneamente", o aún siquiera imaginarse que puedan preocuparla. NO INTENTE QUE ÉL ADIVINE, porque nunca podrá hacerlo.
3- Cuando una mujer se encuentra reiteradamente en situaciones en las que "no hay nada que le venga bien", debe considerar la posibilidad de hallarse en una relación de DOBLE VINCULO (haga lo que haga pierde).
4- Recuerde que, si bien la mujer necesita controlar la emoción, el varón necesita resolver el problema. Por ello, cuando algo perturba a una mujer, ella necesita que él simplemente la escuche. Pero éste, que necesita resolver, comienza a darle soluciones. La mujer no necesita consejos, sino necesita expresar la emoción. El varón, no podrá entender esto. No porque sea malo ni insensible, sino porque es y piensa como varón; y cuando le manifiestan un inconveniente, automáticamente está pensando cómo resolverlo. Por lo tanto, sugerirá soluciones a lo que la mujer plantea; ella, sentirá que él no la comprende. Si la mujer recuerda esto, tal vez pueda expresar a su compañero que no necesita consejos sino poder manifestarle su angustia y sentir que alguien la escucha.
5- Por último, es importante recordar la diferencia entre los principios masculino y femenino: ella aprecia la vida, él el honor y la justicia. Ella, jamás podrá comprender que, a veces, se ponga en peligro la integridad física por lo que se considera justo o por orgullo. En cambio, el principio masculino, difícilmente comprenda que la vida y la alegría, a veces, son más importantes que la reputación o el honor.
Por ello, resulta útil que la mujer tenga esto presente, y ante una situación conflictiva, no realice esfuerzos intentando que su compañero entienda su posición. Suele resultar más efectivo pedirle a él que lo haga por ella, con honor, como un caballero medieval.



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