abuso sexual de un profesional a su paciente (Testimonio)


Abuso sexual de un profesional a su paciente (Testimonio)
Marlon Brando y Vivien Leigh: Un tranvía llamado deseoHola  Dr. Sapetti:
A continuación te envío la historia. Traté de resumir todo lo posible, pero son varios años de mi vida...
Estoy tratando de escribir algo sobre esto de la seducción, el sexo, entre  profesionales y pacientes, que se toma como un asunto tan normal por algunos mientras que veo que algún código de ética lo contempla como causa de sanción muy expresamente, como lo que leí en la  página de la lic. Lerer.
Con 38 años, consulté por primera vez a un médico homeópata y osteópata. Este médico, que me fuera recomendado por una colega suya, tenía 62 años, mucho prestigio, una gran simpatía y atractivas historias de vida.
En la primera consulta conté los motivos: un sarpullido en el pie que llevaba varios años, rinitis, a veces espasmos en los bronquios, problemas digestivos, miedo a no dormir, nada muy grave pero muy molesto y por lo visto imposible de curar con alopatía.
En esa primera entrevista me preguntó de todo así que digamos que expuse toda mi vida, como con un psicólogo, y lloré muchísimo. Ni me imaginaba en ese momento que se trabajaba así.
Como a la tercera o cuarta entrevista noté algo sutil, un interés especial que sentía que no correspondía y me ponía incómoda y estuve a punto de pasar a atenderme con su mujer que tiene la misma especialidad pero renuncié a la idea.
Al terminar cada encuentro profesional, me decía que me quería mucho, con énfasis. Así poco de a poco se iba solidificando la relación afectuosa y la confianza.
En homeopatía me elogiaba el alma, en osteopatía me elogiaba el cuerpo y siempre con mucha sutileza, con una actitud de querer estar más allá de cosas carnales, como con objetividad.
Las maniobras en osteopatía (y para eso yo ya tenía muchos años de experiencia) tuve que empezar a admitir que eran con un acercamiento físico innecesario. Un día estando yo en la  camilla boca arriba puso la mano debajo del corpiño y me agarró un seno, lo levantó y luego el otro y dijo que eso era para prevenir la caída de los pechos. Mientras tanto me preguntó si me daba lo mismo que me quisiera mucho o que fuera cualquier otra persona...
Para corregir el cóccix hay mil maneras y la que voy a relatar no se usa en un consultorio sino que se le aconseja al paciente para que la haga en su casa, pero eligió esa forma: bajó la ropa interior hasta la mitad del muslo y un dedo o dos aprietan entre la vagina y el ano un par de minutos y se repite...
Alguna vez sugirió que me sacara el corpiño para que yo pudiera estar más cómoda y realmente no era necesario... por lo que me negué con la incomodidad de saber que su pedido no obedecía a una necesidad terapéutica.
En otra consulta me dijo que "si tuviera dulce de leche te lo pasaría por todo el cuerpo y estaría toda la tarde pasándote la lengua...”. Ahí pensé que se había vuelto medio loco pero ya me  resultaba tan querible...que se lo aguantaba.
Según el dicho o el hecho yo me quedaba helada o silenciosamente complaciente y seguía yendo a la consulta.
Tres años después de conocerlo, en una consulta de osteopatía cambió las maniobras en la  columna por caricias en la espalda... y aunque con mucha duda accedí a besos y caricias  mutuas: desde ahí y por 26 meses pasé a ser su amante y por los próximos 15 meses también su paciente.
Para esa época yo estaba en los finales de un matrimonio y más tarde me enteré  por mi ahora ex marido, que desde que empezó esta relación, un hombre lo llamaba para decirle que su mujer tenía otra historia. Las únicas personas que sabían de esta relación eran el doctor y amante, mi sicóloga y yo.
En varias oportunidades discutimos mi opinión sobre lo inconveniente que me parecía ser su paciente ya que no podía haber objetividad pero él insistía en que podía separar las cosas.  
Trabaja en el mismo consultorio con su mujer la que desde los primeros 15 días de la relación  amante - medio-paciente, alternaba su trabajo con escuchar tras la puerta las andanzas de su marido.
En junio del 2004 tuve mi primer ataque de pánico. Con la medicación que me recetó, a los diez días apareció una depresión impresionante. En ese momento le dije que lloraba tanto que a veces pensaba que si tuviera pastillas las tomaría para terminar  con tanto sufrimiento. El suicidio parecía la única salida.
A los  tres  días me dio una caja con 30 comprimidos de clonazepam 0.5 mg que parece que tenía en su casa y no usaba, porque la alopatía le hacía mal.... Con 15 de  esos comprimidos me hubiera muerto, según me lo confirmó un amigo siquiatra.
Confesó que siempre que había tenido relaciones fuera del matrimonio había sido con pacientes. Esporádicamente hablaba de pacientes actuales, de sus virtudes físicas o de lo encantadora que era tal o cual paciente. Eso era motivado por su sadismo para  mortificarme pero sé con seguridad que su mirada hacia ellas era cargada de interés sexual y ponía empeño en obtener admiración y sus favores sexuales.
El año pasado le dije que no me llamara, que siguiera su camino de maldad por su cuenta.
Creo que hasta acá llega la historia súper sintética de la relación más intensa que he tenido a pesar de haber estado casada varios años. No cambié ningún dato, todo está tal cual sucedió.
Por mi parte mantuve una relación monogámica con él y es la persona que más quise mientras no pude evitarlo. Desde hace muchos años que no es una persona físicamente atractiva, por eso acentúa como arma de seducción su ofrecimiento de ternura, comprensión, conocimiento del alma humana. Inicialmente no se presenta como una persona sexual sino amorosa, dulce, inteligente y humildemente súper exitosa. Como un abuelito o señor muy mayor e inofensivo.
Apunta  directo al corazón.
Lo he visto ser perverso con su mujer hasta dejarme dura del asombro. Siempre tuvo conciencia de todo lo que hacía: de mis carencias, de mi historia, de sus características pero decía que lo suyo era "genético".
Había tenido dos infartos y asociaba sexo con tener menos posibilidades de morirse. Pero cada vez que tenía un contacto más profundo con sus emociones tiernas le daba dolor de  pecho y la sensación de estar cerca de un infarto. Todo muy loco.
¡Algunos hombres sólo necesitan Viagra, otros necesitan todo este arsenal de cosas para poder encarar una relación! Esta clase de hombres no pueden usar la confianza y el enorme caudal de información personal de las pacientes para encontrar aventuras sexuales. Todo eso es para diagnóstico y tratamiento.
¿Qué normas de ética (en relación con estas  actitudes) regulan su actividad? ¿Dónde  dice que les está prohibido? ¿El juramento hipocrático es puro folklore o tiene alguna relevancia?
¿Ves una mirada complaciente entre colegas hacia situaciones de seducción o la gente está más reflexiva y con mayor espíritu crítico?
E. B., 2005
Nota del Dr. Sapetti: quizás este impactante documento les sea útil a aquellas mujeres que son seducidas por los profesionales con distintas argucias y abuso de poder, pudiendo así rechazarlos y denunciarlos; también para que éstos no cometan un acto iatrogénico (daño por el acto médico) y a la vez delictivo, que está claramente penado por el código de ética. Ni el juramento hipocrático es “puro folklore” ni debemos ser complacientes con estas actitudes inadmisibles que producen daño a las pacientes.



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