CAUSAS PSICOLÓGICAS DE LAS DISFUNCIONES SEXUALES * PARTE 2


CAUSAS PSICOLÓGICAS DE LAS DISFUNCIONES SEXUALES *
PARTE 2

 Huaco de la cultura Moche (precolombina), Perú

LA DESINFORMACIÓN SEXUAL

Una de las causas que impiden practicar una sexualidad plena es lo que podríamos denominar: ignorancia o analfabetismo sexual.

En nuestros consultorios o en talleres de educación sexual vemos muchos varones que desconocen casi todo acerca de la sexualidad masculina y femenina; por ejemplo, ignoran la función del clítoris y cuáles son las zonas erógenas en la mujer y el período refractario que necesitan entre una erección y otra; desconocen el ciclo ovulatorio y los actuales métodos anticonceptivos; siguen creyendo en la necesidad del orgasmo mutuo y simultáneo (que es más la excepción que la regla); imaginan el tiempo de excitación de la mujer igual al del hombre, suponen que las variantes sexuales (orales genitales o manuales) son impropias para realizar con la esposa (“eso no lo puedo hacer con la madre de mis hijos”); ignoran las diferencias en la respuesta sexual a lo largo de las diferentes etapas de la vida; están inundados de falsas creencias sobre la masturbación, la menstruación y la virginidad; sobre el mecanismo de control eyaculatorio y el rendimiento sexual masculino; la lista podría seguir y sería interminable.

Las religiones han aportado lo suyo con actitudes sexofóbicas, silenciadoras y represivas aunque algunas van aflojando un poco esa presión que, en otras épocas, era intolerable. No obstante hay grupos fundamentalistas que ven en el sexo y en "los pecados de la carne" la fuente de todos los males. Vale para los que creen en ellas, pero ¿por qué imponerlas a través del miedo, los castigos y la culpa en quienes desean gozar de la vida (que muchos pesares tiene ya) con alegría, sensualidad y placer?

Un aspecto importante a considerar es que, muchas veces, el varón desconoce que existen variaciones normales en la excitación sexual, ya sea por el estrés y las tensiones cotidianas, por el mayor o menor deseo con distintas mujeres, por la edad o por condiciones médicas. Estos varones, ante cualquier descenso pasajero de la excitación o al no lograr una erección instantánea, reaccionan con un temor injustificado ante un hecho que es normal y esperable, ya que el pene no es una máquina que responde siempre igual.

Pedro, 54: yo esperé que viniera la erección antes de empezar, como no se produjo en forma inmediata me asusté y luego busqué la excusa del estrés para no seguir. Es que yo siempre antes había respondido así: ¡al toque! No entiendo qué me puede estar pasando.

Walter, 49: no le veo la relación entre la impotencia y que tenga algo alto el colesterol, esté un poco obeso y fume.

Muchos consultantes se tranquilizan con el suministro de información adecuada sobre la respuesta sexual en las distintas edades y con el conocimiento que tal vez necesiten mayor estimulación para lograr una erección. Así consiguen bajar su carga de ansiedad, adaptándose a cada etapa vital, entendiendo que tendrán características singulares para cada una de ellas.

Emilio, 43: â€œNo creo que yo necesite leer ni saber nada sobre sexo: la calle me enseñó, la vida lo hizo; mis problemas son, así creo yo, debidos a algún problema físico, aunque Ud. es el médico y sabrá mejor”.

Sostengo que uno de los primeros pilares preventivos y terapéuticos es la información seria y científica, basada en la evidencia, en la investigación y las estadísticas confiables y no sólo en base a las creencias individuales enarboladas como verdades reveladas.

 

MEDIO AMBIENTE ANTIERÓTICO

           La Nuit, W. Bouguereau

Cualquier obstáculo que surge de un medio ambiente antierótico puede destruir la sexualidad de uno o ambos miembros de la pareja. Un factor a tener en cuenta es que a veces la pareja realiza el amor en condiciones poco confortables y acogedoras: es típica la escena de un matrimonio que deja la puerta abierta o sin llave con el riesgo de que los chicos entren en la pieza en un momento inapropiado; o los novios que están en la casa de los padres y temen que entre alguno de ellos; y los que dejan durmiendo al nene entre los dos en la cama matrimonial como una manera de evitar la intimidad (¡conocí un caso extremo que dormían con una mona!).

Así el varón siempre estará bajo un cierto estado de tensión, que le impide dejarse llevar por las sensaciones necesarias para una buena erección y un adecuado control eyaculatorio. Si bien estas situaciones caracterizadas por una mezcla de inseguridad y falta de comodidad pueden ser estimulantes para algunos, para otros pueden ser francamente nocivas.

Muchas veces vemos a parejas casadas que deben recurrir a un hotel para parejas donde encuentran espacios para la intimidad sin la interferencia de hijos, mucama, teléfono, TV, timbres, predisponiéndose para el erotismo y la sensualidad. En esto volvemos a recordar que el sexo puede ser espontáneo tanto como programado.



EL ROL DEL ESPECTADOR

Este es un hecho que habían descrito Masters y Johnson en aquellos pacientes ansiosos que se colocan fuera de la relación sexual en la que están participando, erigiendo de esta manera defensas intelectuales y perceptivas en contra de las sensaciones eróticas. Es aquel que, durante el acto sexual, en lugar de ser sólo uno de los dos protagonistas, comienza a observarse como si fuera un espectador de una experiencia vivida por otros.

"¿Será firme mi erección, ¿a ver?, no sea cosa que la pierda enseguida, ¿qué pensará ella? Por favor, que no se baje, por favor... ¿a ver?
Un "espectador"

En esos varones el rol del espectador funciona como una distracción que sólo logra hacer perder la erección olvidándose de la pareja que tiene a su lado. Es común que le digan: "¡en lo único que piensas es en si la tienes dura o no, yo no existo, no existe otra posibilidad, otro juego, otra posibilidad de disfrutar!". No obstante, muchos de ellos, siguen empecinados en esa observancia obsesiva, que excluye a su pareja, que ahuyenta el placer, la entrega erótica, el amor, el encuentro de los cuerpos.

El Sildenafil nos ha servido, en los tratamientos de estos pacientes, para que dejaran de mirarse y tomaran esa "hora previa" - hasta que haga efecto la medicación- para el placer de disfrutar de todo su cuerpo y de todo el cuerpo erótico de quien lo acompaña.

 

DEMANDAS ANTE LA REALIZACIÓN DEL COITO

Es la persona que no "puede negarse", que cree que debe cumplir con su compañera aunque no tenga ganas, ni esté excitado, porque "debe cumplir". Es común que presenten antecedentes de fracaso erectivo cuando intentaron el coito ante una exigencia de su pareja o de ellos mismos, especialmente en el primer encuentro con una nueva pareja.

Alberto, 49: “cada vez que salgo con una pareja en el primer encuentro sexual paso un papelón, después como que me voy tranquilizando, ganando confianza, ¡el tema es la primera vez!”.

La erección no se logra por un mandato, ni por obra del voluntarismo, ni con ruegos y, menos aún, con enojos. Si un individuo suma las sobreexigencias personales (de hacerlo donde sea, cuando sea y con quien sea) con aquellas de la pareja, sea ésta transitoria o permanente, homosexual o heterosexual, puede conseguir lo contrario de lo que pretende, y vuelve a fracasar.

Fernando, 51: “me di cuenta que estaba exigido, ella es una clienta mía y mi mujer la conoce. Pero no podía esquivar el asunto. Ese día me fui de la oficina, estaba muy acelerado y nervioso cuando me encontré con ella. La verdad es que hubiera preferido no ir, pero tenía que hacerlo. No sé que me pasó: no funcioné para nada, encima quedé mal con esa mujer. Ahora, para colmo, quedé en deuda con ella”.

"No podía esquivar"... "tenía que hacerlo"..."estaba acelerado y nervioso... exigido", nos dice Fernando. No obstante tener todas en contra él igual debía funcionar. En realidad hubiera sido un milagro que pudiera disfrutar si estaba con toda esa carga de demanda interna sin percibir lo que su cuerpo le decía: "así no Fernando, ese no es el camino..."

* Dr. Adrián Sapetti, médico psiquiatra y sexólogo clínico.

Nota: por su extensión este artículo será dividido en partes



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