Parece mentira que ya hayan pasado cuatro meses desde que me acerqué al consultorio por primera vez. Yo estaba convencida que visitaba a un ginecólogo y que por obra de magia y sólo utilizando tutores iba a poder resolver mi problema de vaginismo. Grande fue mi sorpresa cuando me di con un médico psiquiatra y sexólogo. Recuerdo que me acerqué después de haber vuelto a pasar por una penetración frustrada, ya hacÃa tiempo que venÃa pensando en pedir ayuda a un profesional y fue ese el momento que tome valor para hablar sobre mi problema.
Al principio me costaba mucho realizar algunos ejercicios como observar mis genitales, me impresionaban, sentÃa que me bajaba la presión, sentÃa realmente que me desmayaba. También presentaba resistencia con el ejercicio de introducir mi falange en la vagina, ahà creà que nunca podrÃa hacerlo. Grande fue mi alegrÃa cuando no habiendo podido introducir la falange y estando ya en fecha de mi perÃodo, el doctor me sugirió en introducir un tampón y lo logré. No lo podÃa creer y esto me dio esperanza de que estaba en camino de superar mi problema. Mi desfloración no fue inmediata, costó. Vino una persona a visitarme y lo intenté con él, si bien sangré no logró desflorarme del todo. También gracias al tratamiento pude visitar a una ginecóloga, realizarme los estudios sin ningún tipo de problemas (el PAP y la colposcopÃa y una ecografÃa transvaginal). Al mes tuve otro intento con otra persona y logré lo que tanto deseaba, también costó pero al final pudo penetrarme. Si bien estas personas estaban interesadas en el orgasmo, yo les aclaraba que para mà lo más importante era la penetración, después de lograr eso podrÃa pensar y poner mà energÃa en el orgasmo. Sé que estoy distinta, que soy otra a la que visitó el consultorio hace cuatro meses por primera vez. En este momento me siento MUJER, si bien siempre me sentà asà era como una niña, puedo ahora sentirme una mujer con todas las letras. Vivà durante muchos años esto que me pasaba con mucha angustia y en soledad. Me sentÃa como un bicho raro y no lo podÃa hablar con nadie. De entrada confié en el doctor, puse toda mi confianza en él y toda mi voluntad en realizar los ejercicios que me mandaba a hacer. Siempre me sentà comprendida y contenida. Una vez sà sentà que lo odiaba, cuando me mandó a dibujar mis genitales en mi casa. Lo mismo cuando me sugirió que comprara Kemial (un gel Ãntimo), me costó pedirlo en la farmacia, me daba vergüenza. Le estoy muy agradecida, siento que a través de esta terapia me permità crecer en aspectos que me habÃa reprimido muchos años. No sé si soy otra como me referà en unos párrafos anteriores pero yo me siento mejor, por lo menos superé el vaginismo. Puedo ahora relacionarme con los hombres sin temor a volver a pasar por esa situación. Sé que puedo ahora entregarme, que puedo disfrutar de mi cuerpo y eso me parece maravilloso. No tengo palabras de agradecimiento para el doctor Adrián Sapetti, él sabe que soy sincera en esto que digo, él sabe cuanto me costó este tratamiento y conoce mi historia. Espero que muchas mujeres jóvenes que pasan por esto o cualquier tipo de disfunción no dejen pasar tanto tiempo como lo dejé pasar yo, que no teman en hablar, en pedir ayuda. L. A., 40 años, Bs. As., 2003
|