Imprimir

La homosexualidad - parte V

Adaptado y ampliado, de "Sexualidad en la pareja" (Sapetti-Rosenzvaig, Editorial Galerna, 1987)

Algunos aspectos sobre la homosexualidad masculina

Durante mucho tiempo se sostuvo que entre los homosexuales la práctica más frecuente para llegar al orgasmo era la estimulación manual genital mutua, pero la realidad actual muestra que también se utilizan las relaciones o contactos orales (fellatio) y la penetración anal acompañada o no de masturbación. Se dice también que la presión ejercida por el pene o los dedos sobre la próstata (¿Punto G masculino?) puede desencadenar el reflejo eyaculatorio.

De una manera u otra, la sensación orgásmica marca el clímax en una relación homosexual tanto como en una heterosexual y la experiencia de los sexólogos muestra que pueden estar sometidas al mismo tipo de disfunciones, tanto erectivas (impotencias) como eyaculatorias (eyaculación precoz y aneyaculación o eyaculación retardada) y disminución del deseo.

Los homosexuales sostienen que los roles son muchas veces intercambiables, que no existen pasivos y activos absolutos, pero la experiencia, unida a la observación, indica que hay homosexuales que desempeñan uno de los roles. Hilda Rais dice que "generalmente se reproducen los roles masculino-femenino, activo-pasivo, a través de la identificación con uno de ellos, no sólo en las relaciones sexuales sino en otras áreas de la vida cotidiana". Por supuesto, y para tranquilizar a Javier, que también hay muchos casos, por lo que vemos en las estadísticas y en el consultorio, de relaciones bisexuales, incluso en personas que llevan una vida matrimonial heterosexual.

En relación con lo que dice Leo entramos en un problema de neto corte social, lo que se dio en llamar "el pasivo del felator". Generalmente, son muchachos de baja extracción social, carenciados económicamente, que muchas veces encuentran sustento monetario con estas prácticas. En sentido estricto, podríamos decir que tienen una cierta tendencia homosexual, pero también vemos que esta conducta les preocupa, al punto de no aceptar, muchos de ellos, otro juego erótico con el homosexual que les paga para "chuparlos". Debemos destacar que cuando consiguen novias y trabajo, la gran mayoría abandona este tipo de prácticas, otros continúan con su elección homosexual. Un trabajo hecho por Albert Reiss, en los suburbios de Londres marca una problemática bastante parecida a la detectada en jóvenes marginales de nuestros medios y que se resuelve de una manera similar, es decir, abandonan tal práctica cuando logran su sustento y se estabilizan con una pareja heterosexual.

En circunstancias de aislamiento como las internaciones o encarcelamientos prolongados suelen observarse relaciones homosexuales, que frecuentemente son impuestas y forzadas por presos que ocupan el papel de cabecillas. En el lenguaje carcelario se habla "del ingreso de un tiernito al que vamos a apretar". Esta situación de "apriete" es tan frecuente en las cárceles de hombres como de mujeres o en internados juveniles. Cuando estas personas salen, a pesar de haber mantenido vínculos homosexuales, no siempre los continúan fuera de ese entorno que los condicionó.

El temor de los padres

Como bien dice Jorge, es bastante común, como aprendizaje y exploración, el juego entre pares, sin que esto marque un destino posterior de homosexualidad. De todas maneras es una situación que no resulta fácil ni grata cuando los padres la ven. En primer lugar, éstos deberían informarse con material bibliográfico sobre cuáles son los hábitos de los jóvenes púberes. En segundo lugar, deben interesarse por el lugar que ocupa su hijo en los grupos y en el medio familiar. Cuando Henry dice que tiene miedo de que su hijo de 8 años "salga maricón" debería revisar él los miedos a la propia homosexualidad. Recordamos varios casos de padres como éste que, en realidad temerosos de sus propios deseos, los depositaban en sus hijos de una manera incons­ciente. Por supuesto que muchos niños y adolescentes van mostrando tempranamente las señales de su elección homoerótica posterior.

En la “Carta a una madre norteamericana”
Sigmund Freud da una respuesta brillante a los miedos
que una mujer le plantea respecto a su hijo presuntamente homosexual
.