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La homosexualidad - parte III

Extractado de "Sexualidad en la pareja" (Sapetti - Rosenzvaig, Editorial Galerna, 1987)

Una de las creencias más difundidas es que se es homosexual desde los inicios, pero la realidad nos muestra a personas que, habiendo tenido relaciones heterosexuales exclusivas, en algún momento de sus vidas empiezan a tener relaciones con el mismo sexo.

- Un paciente, casado y con cuatro hijos, nos contaba que a los 45 años se "había enamorado de un joven" con el cual había comenzado, por primera vez en su vida, a mantener relaciones homosexuales.
- María viaja de veraneo con su esposo y sus dos hijos y en ese lugar conoce a una mujer que vivía sola y se encargaba de un campo. Traban amistad, pero comienzan a sentir atracción mutua y tienen contactos eróticos. Como corolario María regresa, a los pocos meses, se separa de su marido y vuelve al encuentro de su pareja mujer con la que convive hasta el momento actual.

No se puede hablar de causas lineales y generales, es probable que siempre haya existido un deseo subyacente que, bajo ciertas circunstancias, se lleva a la práctica. No nos podemos valer de presuntas estadísticas que dicen que se debe a tal o cual condición, o a la actitud del padre o de la madre en determinado año. Como dice el escritor polaco Stanislaw Lem: "hay una diferencia entre el pronóstico estadístico y un caso singular, que le está subordinado sólo relativamente".

Otra situación de la que poco se habla es la de personas de 50 años y gerontes incluidos, que son homosexuales o comienzan a serlo en esos años. Lo que pasa es que si la sociedad les niega a varones y mujeres de la tercera edad la posibilidad de mantener relaciones sexuales, ¡imaginemos qué puede pensarse de los que desean tener relaciones homosexuales!

En cuanto a Carlos que nos pregunta sobre presuntos problemas en el caso de quien ha mantenido relaciones homosexuales y luego prefirió las heterosexuales (cosa que también se ve) no podemos saber a qué se está refiriendo, tal vez apunta a que su pareja conozca su pasado homosexual, o la posibilidad de que sienta renacer el deseo por otros hombres, o que ese pasado le dificulte las relaciones afectivas con su esposa. Creemos que cualquier persona puede tener este tipo de conflictos: todos hemos tenido historias que consideramos conflictivas o dignas de mantener en secreto, o tenemos miedos de que influyan en nuestro futuro afectivo.

Las fantasías homosexuales

En todos los seres humanos pueden aparecer sueños o fantasías con rasgos homosexuales, pero esto no quiere decir que sean homosexuales. No por soñar con un juego amoroso con alguien del mismo sexo se es homosexual, ni el hecho de que un varón tenga rasgos afeminados o una mujer aspectos varoniles indica que esa persona sea homosexual.

Si bien no estamos de acuerdo en rotular a los homosexuales, sean mujeres o varones, de perversos o aberrantes, tampoco compartimos que algunos planteen que la homosexualidad es algo liberador, no conflictivo, al tiempo de caracterizar al heterosexual como una especie de mojigato que no se anima a dar rienda suelta al placer. Creemos que cada ser humano es dueño de decidir por sus preferencias sexuales y no acordamos ni con aquellos que sostienen que los homosexuales "son enfermos" o "discapacitados afectivos", ni con los homosexuales que sostienen que a quienes no les interesa el amor con parejas del mismo sexo "son pobres reprimidos que no se animan".

Aunque no se compartan !as ideas al respecto, nadie es dueño de perseguir
o censurar a otro por sus gustos sexuales.
¿Quién posee la verdad absoluta?
¿Acaso se es mejor o peor como ser humano porque se prefiera a uno o a otro sexo?

Quisiéramos hablar de cierto estereotipo que se plantea sobre los homosexuales: uno de ellos es el concepto de que, para serlo, hay que ser afeminado y amanerado, en el caso de los varones, y con características de "machona o marimacho", en el de las mujeres. Otra es el decir: "cómo va a ser homosexual si está casado y con hijos". O afirmar que los homosexuales son violadores de menores o tienen conductas disipadas o "amorales", como dice la prensa amarilla. Se es violador o inmoral o disipado independientemente de las inclinaciones hacia los sexos.

De todas maneras, Hitler o Jack el Destripador, y muchos torturadores no eran homosexuales.
El fenómeno de la violación y corrupción de menores se da estadísticamente
con más frecuencia entre quienes tienen conductas heterosexuales.

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