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Frecuencia de relaciones sexuales (PARTE 2)

“Nos atormentaba la idea de que las demás parejas lo hacían todos los días o casi, cuando nosotros con suerte lo hacíamos los fines de semana, si los chicos se iban al club y mi suegra no nos venía a visitar. Eso nos hacía sentir en menos, pero yo a mis amigos siempre les invento una frecuencia mayor. Incluso en mi grupo de los lunes les digo que tengo una amante. ¿Por qué digo esto?: imagine cómo hubiera quedado yo diciendo entre esos amigos que era monogámico, con dos por semana y encima que... ¡soy eyaculador precoz!"

Andrés, 45 años.

Lo cierto es que algunas parejas convivientes se encuentran sexualmente entre una y dos veces por semana, en promedio (subiendo o bajando este porcentaje con la edad). En un trabajo que presenté en el Congreso Mundial de Sexología de Hong Kong (1999) por el que recibí el 1er Premio a la Mejor presentación clínica, observaba que, en varones que luego de haber padecido una disfunción eréctil, se recuperaban en el curso del tratamiento con Terapias Sexuales y Viagra la tasa de uso semanal estaba en 2 comprimidos por semana (obviamente que había algunos que la usaban entre 3 o 4 veces, pero otros lo hacían una vez por semana o cada 15 días). Se podría objetar diciendo que esos son pacientes con problemas o que la situación económica incide (no voy a decir que no) pero si vemos otras estadísticas nos podrán revelar datos interesantes:

Los norteamericanos tienen sexo en promedio 138 veces al año

Parejas que viven juntas sin casarse: 146 veces al año

Parejas casadas: 118 veces al año

Solteros: 69 veces al año

El promedio de los norteamericanos está en 2.6 veces por semana

Las parejas en Hong Kong tienen sólo un promedio de 1 vez semanal

Los italianos (a pesar de su imagen de latin lovers) 1.7 por semana

El promedio de la duración en EE.UU. de un coito, con juegos incluidos, es de 28 minutos

Durex Global Sex Survey, 1997

Es impresionante la estadística si pensamos la cantidad de horas y días libres que la gente emplea en ver televisión, por decir sólo una de las cosas que nos distraen de la escena sexual.

En el otro polo hay matrimonios que tienen frecuencia cero: no lo hacen nunca. Que una pareja de casados no mantenga relaciones indica un cierto pacto que creemos convendría revisar; algo así como que no se dan permisos para gozar dentro de la ley del matrimonio.

Se conserva esa alianza muchas veces con la fantasía, dicha o encubierta, de que la estabilidad de la pareja proseguirá si no media el factor desequilibrante del sexo.

Hay quienes nos dicen: “si ella (o él) no me busca me hace un favor, si fuera por mí estaría más tranquilo sin hacerlo”. El caso más extremo es el de los matrimonios (o parejas) no consumados donde a pesar de que lo intentan durante un lapso largo de tiempo (arbitrariamente decimos unos 6 a 8 meses) no han podido consumar un coito con penetración, al punto que, a veces, ambos son vírgenes . Pero el conflicto se agrava cuando uno de los dos (muchas veces mediante una terapia) ya no tolera más ese pacto de desencuentro corporal. Esta no es una problemática exclusiva de nuestro tiempo ya que se la describe en diversos códigos religiosos donde figura como causal de anulación matrimonial. Un bello pasaje del más bello de los libros orientales, Alf Laila Wa-Laila (Las mil noches y una noche), nos ilustra al respecto en el relato de Alá-Eddin (más conocido como Aladino): “Hizo proclamar el divorcio de su hija Badrú ´ l Budur con el hijo del gran visir, dando a entender que no se había consumado nada y que la perla continuaba virgen y sin perforar.”

El caso más extremo es el de los matrimonios no consumados donde a pesar de que lo intentan durante un lapso largo de tiempo (arbitrariamente decimos unos 6 a 8 meses) no han podido consumar un coito con penetración.

 

 El beso, Rodin


Otro cliché muy frecuente es que siempre el varón es el que quiere más y muchas mujeres todavía siguen afirmando que “al varón sólo le interesa ir a la cama y después desaparecen”. Esto va quedando desvirtuado con la cantidad de varones que se niegan sistemáticamente a los requerimientos o sugerencias sexuales de sus parejas, ocasionales o habituales.

Conozco matrimonios donde es ella la que busca y propone y es él quien busca excusas en forma permanente: “estoy cansado, los problemas del trabajo, practiqué mucho deporte, tengo demasiadas preocupaciones, me duele la espalda”.

Resumiendo diremos que no hay marcas establecidas que hay que cumplir si o sí en cuanto a las cantidades o frecuencia coital si ambos están satisfechos, felices y disfrutando la calidad del encuentro sexual.

* Dr. Adrián Sapetti, extractado de “Los senderos masculinos del placer” (Editorial Galerna)