Fobia social (trastorno de ansiedad social)



FOBIA SOCIAL (TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL)


-UNA FORMA EXTREMA DE TIMIDEZ-

 
Les Remords d´Oreste (Orestes perseguido por las Furias), por William Bouguereau



El rasgo esencial de este trastorno es el miedo persistente y marcado a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a pasar vergüenza o quedar en ridículo. La exposición en estas situaciones generalmente produce una respuesta inmediata de ansiedad, que puede aparecer como una crisis de angustia, de retraimiento o evitación.

Quienes padecen de este cuadro reconocen que ese temor resulta excesivo o irracional, y que no se condice con sus condiciones y capacidades. En la mayoría de las ocasiones las reuniones sociales (fiestas, cenas) o actuaciones en público (examen, presentaciones de trabajos, pruebas, performance) acaban convirtiéndose en motivo de evitación, si bien otras veces pueden atravesarlas aunque experimentando desde un leve miedo a un pánico marcado.

El diagnóstico puede efectuarse sólo en los casos en los que el comportamiento de evitación, el temor y la ansiedad de anticipación interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales, afectivas, sexuales y su vida social, o bien generan un malestar clínicamente significativo.

Cuando el individuo con fobia social se encuentra en situaciones grupales o en actuaciones en público que teme, experimenta una preocupación constante por la posibilidad de que sus actitudes y comportamientos resulten incómodos o estigmatizantes y que los demás lo vean como a un individuo “ansioso”, “estúpido”, “inepto”, “cobarde”, “ridículo”, “loco”, “pesado o plomo” (en palabras de nuestros pacientes).

Pueden tener miedo de hablar en público porque creen que los demás se darán cuenta de que, en realidad, no conoce del tema o no sabe de nada, o que su voz es “un desastre”, que está temblando, que tiene miedo o que en cualquier momento puede aparecer una extrema ansiedad, quedarse paralizado/a o querer huir.


“No sé por qué, ahora acuden a mi memoria los años de mi juventud y experimento unos tremendos deseos de salir corriendo... ¡Ay!... ¡Si supieran ustedes qué fuertes son estos deseos!... ¡Dejarlo todo!... ¡Correr sin volver atrás! ¿Adónde?... ¡Qué importa adónde!...
¡Lo que importa es escapar a esta vida triste, vulgar, barata, que me ha convertido en un patético y lamentable idiota!

¡Huir, detenerme lejos, lejos..., en algún lugar del campo..., convertido en un árbol, en un poste, en un espantapájaros, bajo el ancho cielo, y pasarme la noche contemplando la clara, la silenciosa luna y olvidar!... ¡Olvidar!... ¡Oh!, ¡cómo quisiera no acordarme de nada!”.

Antón Chéjov, “Sobre el daño que hace el tabaco”

Llegan a evitar comer, beber o escribir en público por miedo a sentirse en apuros cuando los demás comprueben cómo les tiemblan las manos. Los individuos con ansiedad social (que popularmente se los define como tímidos o introvertidos) experimentan casi siempre síntomas de ansiedad (palpitaciones, temblores, transpiración, meteorismo, colitis –es célebre la diarrea previa a los exámenes-, tensión muscular, rubor facial –“me pongo colorada/o”-, mareos).

El enrojecimiento del rostro es muy típico de la ansiedad social y temen que esto los delate.
Cuando alguien que le gusta o “tienen onda”, lo mira a los ojos, el fóbico baja la mirada hacia el piso o la levanta hacia el techo. El axioma es: “que no se llega a dar cuenta que él (o ella) me gusta”.

“Si le preguntan por qué ha escogido la soledad por compañera, sus ojos se elevan al cielo, reteniendo con dificultad una lágrima de reproche; pero no responde a esa pregunta imprudente que esparce por la nieve de sus párpados el rubor de la rosa matinal. Si la conversación se prolonga, se inquieta, gira los ojos hacia los cuatro puntos del horizonte, como buscando la forma de huir de la presencia de un enemigo invisible que se aproxima, dice con la mano un adiós brusco, se aleja sobre las alas de su pudor en alerta, y desaparece en el bosque”.
Lautréamont, Los cantos de Maldoror

Si los invitan a una fiesta o a una cena de camaradería siempre dicen que no, por lo que luego, invariablemente, terminan excluyéndolos (“a Susana y a Gabriel no los inviten porque siempre tienen algún inconveniente y jamás vienen”, es una respuesta típica que provocan en los demás).

Los fóbicos sociales reconocen que sus temores son excesivos, irracionales, desmesurados pero no pueden dejar de sentirlos. No hay que confundir con aquellos temores que están acordes con el tipo o cualidad del estímulo (p. ej., cuando lo asaltan en la calle o entran ladrones a su casa, o que lo llamen a pasar al frente a dar una lección cuando no estudió nada).

El fóbico social (“el tímido”) tiende a evitar las situaciones temidas. A veces se autoimpone soportar estas situaciones, aunque a costa de una gran angustia. También pueden padecer una marcada ansiedad anticipatoria mucho antes de que deban afrontar la situación temida, además profetizan que les va a pasar (la profecía autocumplida) y obviamente les suele pasar, lo que refuerza que la siguiente vez tiendan a evitar, lo que configura un círculo vicioso, empeorando aún más el retraimiento y aislamiento.

El diagnóstico

Para establecer el diagnóstico de fobia social, los temores o los comportamientos de evitación deben interferir en la actividad laboral, estudiantil, académica, o en sus relaciones sociales, o generar un malestar significativo.
La ansiedad o la evitación transitoria de situaciones sociales son especialmente frecuentes en la infancia y la adolescencia (p. ej., una chica adolescente puede evitar bailar delante de los chicos durante un tiempo y luego volver a comportarse normalmente).

En las personas menores de 18 años los síntomas deben haber persistido como mínimo durante 6 meses antes de poder diagnosticar una fobia social. El miedo o los comportamientos de evitación no deben estar relacionados a los efectos de una sustancia o a una enfermedad médica. Si existe otro trastorno mental o neurológico (p. ej., tartamudez, enfermedad de Parkinson, esquizofrenia, anorexia), el temor o el comportamiento de evitación pueden tener que ver con este hecho preciso y no ser un trastorno de ansiedad social.

La aversión puede darse cuando los temores se relacionan con la mayoría de las situaciones sociales (iniciar o mantener una conversación –“no sabría de qué hablar”-, participar en grupos, proponer una cita o invitar a alguien a salir, hablar con las figuras que representan a la autoridad, asistir a cumpleaños).

Quienes padecen fobia social generalizada suelen sufrir por los temores tanto a actuar en público como a atravesar por situaciones sociales donde deben interactuar. Los individuos con fobia social generalizada pueden ser más propensos a presentar deficiencias en sus habilidades y a padecer un serio deterioro de sus relaciones sociales y laborales.

Dado que estos individuos no acostumbran confesar espontáneamente la amplia variedad de situaciones que les producen temor, puede resultar útil para el profesional repasar una lista de las mismas en colaboración con el paciente.


Test de autoevaluación

Esta sencilla guía de autoevaluación permitirá conocer más sobre tu estado de ansiedad social y tendrás una idea de cómo reaccionas ante el miedo a determinadas escenas o a la desaprobación de los demás, y la cantidad de situaciones que evitas. Contesta lo siguiente:

¿Durante los últimos seis meses has experimentado ansiedad ante estas situaciones?:

1. Concurrir a eventos sociales (fiestas, recepciones, comidas con amigos)

                               SÍ                NO

2. Comer delante de otra persona

                               SÍ                NO

3. Usar baños públicos

                               SÍ               NO

4. Hablar con dependientes de tiendas, empleados de bancos, cajeras de supermercados

                               SÍ               NO

5. Hablar con una mujer/varón por teléfono

                               SÍ                NO

6. Manejar el automóvil

                                SÍ               NO

7. Presentarte a dar un examen

                                SÍ               NO

8. Tener que dar una clase, conferencia o presentación

                                SÍ                NO

9. Comprar o devolver cosas en tiendas o negocios

                                 SÍ              NO

10. Cuando te quieren presentar a alguna persona

                                 SÍ              NO

11. Escribir o firmar delante de otras personas

                                 SÍ              NO

12. Tener que invitar a una mujer/varón para salir

                                 SÍ              NO

13. Permanecer en un grupo

                                 SÍ              NO

14. Hablar, dar tus opiniones, en un grupo

                                 SÍ              NO

15. Actuar participativamente

                                 SÍ              NO

16. Ir a una entrevista laboral

                                 SÍ              NO

17. Ir al médico

                                 SÍ              NO

18. Poner en juego tus habilidades (deportivas, artísticas, musicales, profesionales) en público

                                 SÍ              NO

19. Hablar de ti mismo a otras personas

                                 SÍ              NO

20. Ir a misa, al templo o a una ceremonia religiosa, cuando antes solías ir

                                 SÍ              NO


Si padeces 4 ó más de los anteriores síntomas, sin una condición médica que lo justifique, podrías estar padeciendo un Trastorno de ansiedad social, para el cual hoy la Psiquiatría dispone de efectivas soluciones con tratamientos combinados: psicoterapéuticos –algunos optan por tratamientos psicodinámicos de orientación psicoanalítica, otros por las corrientes cognitivas y comportamentales-, tratamientos psicosexológicos (cuando vemos afectada el área sexual) y farmacológicos: benzodiazepinas, inhibidores de recaptación de la serotonina –ISRS-, venlafaxina.

Estos cuadros mejoran notablemente con los modernos tratamientos por lo que no vale la pena sufrir en silencio algo que puede resolverse favorablemente, encontrándole el disfrute a la vida, al amor, al sexo, a las relaciones interpersonales, que el fóbico social trata, por todos los medios, de evitar.

Dr. Adrián Sapetti
Médico especialista en Psiquiatría


Bibliografía consultada

• American Psychiatric Association: DSM IV 4th ed., American Psychiatric Association (APA), 1994, Washington DC.

• Kaplan H. I., Sadock B., Grebb J.: Synopsis of Psychiatry. Williams & Wilkins, Baltimore, 1994.



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