FOBIA SOCIAL (TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL) |
Quienes padecen de este cuadro reconocen que ese temor resulta excesivo o irracional, y que no se condice con sus condiciones y capacidades. En la mayoría de las ocasiones las reuniones sociales (fiestas, cenas) o actuaciones en público (examen, presentaciones de trabajos, pruebas, performance) acaban convirtiéndose en motivo de evitación, si bien otras veces pueden atravesarlas aunque experimentando desde un leve miedo a un pánico marcado. Cuando el individuo con fobia social se encuentra en situaciones grupales o en actuaciones en público que teme, experimenta una preocupación constante por la posibilidad de que sus actitudes y comportamientos resulten incómodos o estigmatizantes y que los demás lo vean como a un individuo “ansioso”, “estúpido”, “inepto”, “cobarde”, “ridículo”, “loco”, “pesado o plomo” (en palabras de nuestros pacientes). Pueden tener miedo de hablar en público porque creen que los demás se darán cuenta de que, en realidad, no conoce del tema o no sabe de nada, o que su voz es “un desastre”, que está temblando, que tiene miedo o que en cualquier momento puede aparecer una extrema ansiedad, quedarse paralizado/a o querer huir.
Llegan a evitar comer, beber o escribir en público por miedo a sentirse en apuros cuando los demás comprueben cómo les tiemblan las manos. Los individuos con ansiedad social (que popularmente se los define como tímidos o introvertidos) experimentan casi siempre síntomas de ansiedad (palpitaciones, temblores, transpiración, meteorismo, colitis –es célebre la diarrea previa a los exámenes-, tensión muscular, rubor facial –“me pongo colorada/o”-, mareos). “Si le preguntan por qué ha escogido la soledad por compañera, sus ojos se elevan al cielo, reteniendo con dificultad una lágrima de reproche; pero no responde a esa pregunta imprudente que esparce por la nieve de sus párpados el rubor de la rosa matinal. Si la conversación se prolonga, se inquieta, gira los ojos hacia los cuatro puntos del horizonte, como buscando la forma de huir de la presencia de un enemigo invisible que se aproxima, dice con la mano un adiós brusco, se aleja sobre las alas de su pudor en alerta, y desaparece en el bosque”. Si los invitan a una fiesta o a una cena de camaradería siempre dicen que no, por lo que luego, invariablemente, terminan excluyéndolos (“a Susana y a Gabriel no los inviten porque siempre tienen algún inconveniente y jamás vienen”, es una respuesta típica que provocan en los demás). Los fóbicos sociales reconocen que sus temores son excesivos, irracionales, desmesurados pero no pueden dejar de sentirlos. No hay que confundir con aquellos temores que están acordes con el tipo o cualidad del estímulo (p. ej., cuando lo asaltan en la calle o entran ladrones a su casa, o que lo llamen a pasar al frente a dar una lección cuando no estudió nada). El fóbico social (“el tímido”) tiende a evitar las situaciones temidas. A veces se autoimpone soportar estas situaciones, aunque a costa de una gran angustia. También pueden padecer una marcada ansiedad anticipatoria mucho antes de que deban afrontar la situación temida, además profetizan que les va a pasar (la profecía autocumplida) y obviamente les suele pasar, lo que refuerza que la siguiente vez tiendan a evitar, lo que configura un círculo vicioso, empeorando aún más el retraimiento y aislamiento. El diagnóstico Para establecer el diagnóstico de fobia social, los temores o los comportamientos de evitación deben interferir en la actividad laboral, estudiantil, académica, o en sus relaciones sociales, o generar un malestar significativo. En las personas menores de 18 años los síntomas deben haber persistido como mínimo durante 6 meses antes de poder diagnosticar una fobia social. El miedo o los comportamientos de evitación no deben estar relacionados a los efectos de una sustancia o a una enfermedad médica. Si existe otro trastorno mental o neurológico (p. ej., tartamudez, enfermedad de Parkinson, esquizofrenia, anorexia), el temor o el comportamiento de evitación pueden tener que ver con este hecho preciso y no ser un trastorno de ansiedad social. La aversión puede darse cuando los temores se relacionan con la mayoría de las situaciones sociales (iniciar o mantener una conversación –“no sabría de qué hablar”-, participar en grupos, proponer una cita o invitar a alguien a salir, hablar con las figuras que representan a la autoridad, asistir a cumpleaños). Quienes padecen fobia social generalizada suelen sufrir por los temores tanto a actuar en público como a atravesar por situaciones sociales donde deben interactuar. Los individuos con fobia social generalizada pueden ser más propensos a presentar deficiencias en sus habilidades y a padecer un serio deterioro de sus relaciones sociales y laborales. Esta sencilla guía de autoevaluación permitirá conocer más sobre tu estado de ansiedad social y tendrás una idea de cómo reaccionas ante el miedo a determinadas escenas o a la desaprobación de los demás, y la cantidad de situaciones que evitas. Contesta lo siguiente: ¿Durante los últimos seis meses has experimentado ansiedad ante estas situaciones?: 1. Concurrir a eventos sociales (fiestas, recepciones, comidas con amigos) 2. Comer delante de otra persona SÍ NO 3. Usar baños públicos SÍ NO 4. Hablar con dependientes de tiendas, empleados de bancos, cajeras de supermercados SÍ NO 5. Hablar con una mujer/varón por teléfono SÍ NO 6. Manejar el automóvil SÍ NO 7. Presentarte a dar un examen 8. Tener que dar una clase, conferencia o presentación SÍ NO 9. Comprar o devolver cosas en tiendas o negocios SÍ NO 10. Cuando te quieren presentar a alguna persona SÍ NO 11. Escribir o firmar delante de otras personas SÍ NO 12. Tener que invitar a una mujer/varón para salir SÍ NO SÍ NO 14. Hablar, dar tus opiniones, en un grupo SÍ NO 15. Actuar participativamente SÍ NO 16. Ir a una entrevista laboral 17. Ir al médico 18. Poner en juego tus habilidades (deportivas, artísticas, musicales, profesionales) en público SÍ NO 19. Hablar de ti mismo a otras personas 20. Ir a misa, al templo o a una ceremonia religiosa, cuando antes solías ir
Estos cuadros mejoran notablemente con los modernos tratamientos por lo que no vale la pena sufrir en silencio algo que puede resolverse favorablemente, encontrándole el disfrute a la vida, al amor, al sexo, a las relaciones interpersonales, que el fóbico social trata, por todos los medios, de evitar. Dr. Adrián Sapetti
• American Psychiatric Association: DSM IV 4th ed., American Psychiatric Association (APA), 1994, Washington DC. • Kaplan H. I., Sadock B., Grebb J.: Synopsis of Psychiatry. Williams & Wilkins, Baltimore, 1994. |