Silencio, de Henry Fuseli El hedonismo (de hedoné= placer) nació como una doctrina filosófica basada en la búsqueda de la supresión del dolor, la angustia y la melancolÃa. La prosecución del placer era el único sentido y razón de la vida.
Epicuro de Samos, filósofo que vivió en Grecia entre 341 y 270 a. C. consideraba que la felicidad consistÃa en un existir en perenne placer. Colaboró a que se desarrollara una escuela hedonista racional, pues no gozaba con el placer sobre los sufrimientos de la gente, a diferencia de la escuela cirenaica que planteaba que todos los placeres debÃan satisfacerse a toda costa, sin importar la situación de los demás. Según Epicuro, existen otras formas placenteras que refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. Afirmaba que ningún placer es malo en sÃ, sólo que los medios para buscarlo pueden ser inadecuados, riesgosos o equivocados. Y podrÃan dañar a otros. En pocas palabras: el placer no se puede instaurar sobre el dolor ajeno
Epicuro en su escuela sostenÃa que el mayor placer alto consistÃa en una vida simple y sencilla, que se enriqueciera con discusiones filosóficas entre amigos.
El placer no tenÃa valor si obligaba a hacer algo que luego sintiera que era algo denigratorio o que llevaba a sentirse mal después. William Shakespeare le hace decir a Lady Macbeth: “¿De qué nos sirve haber logrado nuestros deseos, si no alcanzamos luego placer ni reposo? Es preferible la paz de nuestras vÃctimas al falso goce que proviene del crimenâ€. Asà mismo afirmaba que a veces por tener placeres momentáneos intensos se sacrificaba el posterior bienestar posterior. Epicuro no entendÃa por placer el “todo vale†que podrÃa sostener el Marqués de Sade. Lady Macbeth sonámbula, de Henry Fuseli
Como una contracara del hedonismo se presenta la anhedonia como una dificultad o incapacidad para disfrutar los placeres de la vida. En los últimos años, se ha comprobado la importancia de la anhedonia, como un sÃntoma capital en varios trastornos psiquiátricos, especialmente como un marcador de la depresión. Pero también lo vemos en algunas esquizofrenias o en disfunciones sexológicas como el deseo sexual hipoactivo primario, disfunción eréctil y algunas fobias sexuales, a quienes sus fracasos reiterados llevan a un encerrarse en un mundo anhedónico y sólo pensar en su padecer. Están inmersos en su depresión y sufren una incapacidad para conectarse con el placer (disfrutar de la compañÃa de amigos, de las comidas, de las relaciones sexuales, de la música, del arte o el deporte en general).
Otros se vuelven adictos al trabajo (workaholics), y se aÃslan de su entorno. Ejemplos que evidencian este sÃntoma, son frases como: "No hay cosa alguna que me emocione ni me interese". “No disfruto con nada: ni de la comida ni del sexo ni del amor ni de la compañÃa de mis hijos y amigosâ€. “La vida es sufrimiento, esfuerzo, exigencia; no puedo perder el tiempo con los placeres mundanosâ€. “Siempre que me invitan a una fiesta o a una cena con los compañeros de trabajo, digo que noâ€. “Yo podrÃa vivir sin sexo, si mi pareja no me buscara me harÃa un favorâ€. Dos anhedónicos geniales:
“Fracasé de antemano en la vida porque ni soñándola me pareció deleitable. Soy algo incierto que fui. No me encuentro donde me siento y si me busco, no sé quién es el que me busca. Me siento expulsado de mi alma. No aspiro a nada, me duele la vida... ¿qué tengo yo con la vida?â€. …. “No tuve casa, ni castillos, los mÃos fueron de naipes, viejos, sucios, de un mazo incompleto con el que nunca se podrÃa jugar, ni siquiera se cayeron, fue preciso tirarlos debajo de un manotazo. Mi sueño fracasó hasta en las metáforas y en las representacionesâ€. Fernando Pessoa, en “Libro del desasosiego†“Cuando se hizo evidente que la literatura era la posibilidad más productiva de mi ser, todo se encaminó en esa dirección y dejó vacÃas aquellas aptitudes que correspondÃan a las alegrÃas del sexo, de la comida, de la bebida, de la refleÂxión filosófica y sobre todo de la música. Me atrofié en todas esas direccionesâ€. “No querÃa verme distraÃdo por la alegrÃa de vivir de un hombre sano y útil. ¡Como si la enfermedad y la desesperación no nos distrajeran tanto como la alegrÃa de vivir!â€. Franz Kafka, en “Diariosâ€
Esta posición subjetiva puede ser de toda la vida, como algo constitutivo de su carácter o instalarse en alguien a partir de un hecho determinado y del comienzo de una depresión, abandonando placeres que antes les eran gratos, divertidos o motivadores. Aquellos que sufren anhedonia grave, arrastran un severo sufrimiento, se aÃslan socialmente, replegándose dentro de sÃ, con un desinterés por la vida, con incapacidad de empatizar, de compartir las emociones, de amar. No hay proyecto o sueño que quieran concretar. Se niegan a compartir con los demás, retrayéndose de tal manera que se convierte en un oso dentro de la cueva y que los demás pueden vivir como antipatÃa, pedanterÃa, fatuidad cuando en realidad es padecer, sufrir, imposibilitado de acercarse a los demás, viendo todo desde el lado negativo, siempre empezando con un “noâ€: “no me gusta, no creo que me convenga, no sé, no creo que me intereseâ€, lo que contribuye también a que los demás quieran alejarse de estas personas. Frases que suelen enunciar estos individuos con anhedonia: - Tener amigos Ãntimos no es tan importante en la vida como sostienen todos, yo puedo vivir solo. Para mà es una pérdida de tiempo, prefiero quedarme en casa, mirando la TV o leyendo algo para que pase el tiempo que reunirme con gente que me aburre.
- No encuentro el placer en tener hijos, es traer alguien a un mundo donde todo es pesaroso, ya hay bastante gente para seguir trayendo a otros.
- Me gusta estar solo y me molesta cuando alguien me dice “¿no quieres que te haga compañÃa?â€.
- Yo prefiero tomar distancia afectiva de las personas, todas son un peligro para mÃ, no se puede confiar en nadie.
- Yo podrÃa ser feliz viviendo solo en una cabaña en el bosque, en una isla como hizo Bergman -el director de cine- o en el medio de una montaña.
- Gustave Flaubert: “Mi novela es la roca donde me aferro y no sé nada de lo que ocurre en el mundoâ€.
Cuando se empezó a prestar atención a los sÃntomas anhedónicos se ponÃa el acento en la evitación del placer donde todo, por el contrario, era displacentero, ahora se prefiere separar la "anhedonia motivacional", evaluando la motivación o deseo de participar en una actividad, diferenciándola de la "anhedonia consumatoria" que evalúa el nivel de disfrute de las actividades en sà mismas. Hay escalas de evaluación de la anhedonia que nos permitirán junto con la evaluación de la depresión, el trastorno de ansiedad o la psicosis que puedan presentar, elegir el tratamiento psicoterapéutico y farmacológico de estos cuadros.
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