NOTA: una de las leyendas más famosas, que aun mantiene viva su interés, es el amor de Orfeo y EurÃdice. Es un juego de deseos, uno de los cuales refiere a que el Dios de la música fue también el iniciador de la pederastia.
Si observamos los mitos griegos que remiten a los que fracasan con la obtención de lo anhelado, recordemos a Orfeo, padre de la música y de la poesÃa, que rescata del Averno a su amada EurÃdice, muerta tempranamente por la mordedura de una serpiente. Orfeo desciende al mundo de las tinieblas y gracias a sus cantos y a los sones de su lira consigue convencer a los dioses que allà moran de llevarla nuevamente a la vida.
“-Divinidades del mundo bajo tierra, al que caeremos todos los que nacemos mortales, si es lÃcito y me permitÃs decir la verdad, no he descendido para ver al tenebroso Tártaro sino para suplicarles que vuelvan a tejer el destino adelantado de EurÃdice…Todos nos dirigimos, tarde o temprano a una única sede. Pero cuando ella cumpla oportunamente los años que le correspondan, será de vuestro dominio: ahora como regalo pido su disfrute. Mientras asà decÃa y tañÃa las cuerdas de su lira, al son de su canto lo lloraban las almas sin vidaâ€. Ovidio (Metamorfosis)
Quienes rigen lo más profundo no se atreven a decir que no a quien suplica y se la entregan con la condición de que ella camine detrás de Orfeo y que éste no vuelva hacia atrás la mirada para ver a su esposa hasta no haber salido de las oscuridades del mundo bajo tierra o EurÃdice caerÃa nuevamente muerta.
Orfeo y EurÃdice, Edward John Poynter.
Toman una senda empinada, abrupta, oscura y llena de niebla densa. Orfeo, cuando están por llegar con éxito al reino de la luz, temiendo que ella desfalleciera por el cansancio del largo viaje y ansioso por verla nuevamente, vuelve sus ojos enamorados hacia ella y al instante la pierde de nuevo en las profundidades. Desesperado, trata de detener la caÃda, le tiende sus brazos y la pobre EurÃdice lucha por ser alcanzada, pero no consigue asir nada más que la brisa que se le escapa entre sus dedos.
Nos dice Ovidio: “Y ella, al morir de nuevo, no se quejó para nada de su marido, pues ¿de qué se podÃa quejar sino de ser amada por Orfeo?â€.
Éste, desolado, puesto que los dioses no le permitieron intentar el rescate por segunda vez, ya no amará más al género femenino y las Ménades (mujeres que desvariaban y vivÃan en estado salvaje y sexualizado) lo descuartizan, y su cabeza -cercenada por estas mujeres castradoras- mientras seguÃa cantando fue arrojada al mar y conducida por la corriente hasta la isla de Lesbos. En su honor se construyó un templo donde Orfeo fue venerado como un dios y la entrada fue prohibida a las mujeres.
Según algunas fuentes las Ménades lo destrozaron debido a su misoginia y porque habrÃa sido el primero en mantener relaciones amorosas con varones (dicen que inauguró la pederastia).
Según Platón, los dioses impusieron a Orfeo el castigo de morir a manos de mujeres por no haber tenido el coraje de morir por amor. Orfeo, a punto de lograr el éxito provoca la destrucción de EurÃdice y, a posteriori, la suya propia a manos de las fuerzas que él mismo desatara en la naturaleza. Aunque luego, algunos le dieron un final feliz: Orfeo se encuentra con EurÃdice en el más allá. “Allà unas veces se pasean los dos juntos lado a lado; otras veces ella va delante y él la sigue, otras él la precede y, ya sin temor, Orfeo se vuelve a mirar a su EurÃdiceâ€.
La vÃa ascendente era para los filósofos neoplatónicos una metáfora de la verdadera senda de la vida, en el que se debe mirar hacia adelante y arriba, pues el camino en descenso lleva a la desesperanza y a la aniquilación. Mirar hacia abajo, hacia atrás, lleva a perder todo lo que podrÃa haber ganado en el ascenso. Para algunas interpretaciones opuestas al concepto de fracasar cuando están por conseguir lo que deseaban, Orfeo serÃa consecuente con su misoginia al actuar su deseo en forma inconsciente de perderla a EurÃdice y “trasladar su amor a tiernos varones y antes de la juventud tomar la breve primavera de su edad y las primeras floresâ€.
El mito de Orfeo ha mantenido su atractivo después de la Antigüedad y ha inspirado a numerosos artistas a lo largo de la historia, como los músicos Claudio Monteverdi (1567-1643), que compuso “L’Orfeo†en 1607, Cristoph Willibald Gluck (1714-1787), autor de “Orfeo y EurÃdice†(donde se escucha esa maravillosa “Danza de los espÃritus bienaventurados), en 1762, y Jacques Offenbach (1819-1880), cuya ópera de 1858 se conoce en franÂcés como “Orpheé aux enfersâ€, que podrÃa traducirse como Orfeo en los infiernos. Orfeo también ha sido un tema favorito para Pablo Picasso (1881-1973), que lo trató en varias ocasiones. El cineasta y poeta Jean Cocteau adaptó esta obra, y el brasileño Vinicius de Moraes dio su inspiración para el film “Orfeu negro†(Marcel Camus, 1959) transcurriendo la acción en Rio de Janeiro.
*Dr. Adrián Sapetti
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