Un viaje deseado y logrado al infierno |
por el Dr. José Treszezamsky Siempre en la búsqueda de lo desenterrado hice un viaje a Pompeya en compañía de mi familia. Luego de dedicar un día a visitar las ruinas volvimos a Nápoles. Allí se completa la visita recorriendo el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
En la oficina de recepción del museo solicité visitar la sala donde se guardaban las reliquias de arte erótico de Pompeya. Me contestaron que el lugar estaba cerrado y que sólo con autorización podría entrar. Solicité hablar con alguna autoridad del museo. Una vez lograda la entrevista me reiteró lo que me había dicho anteriormente el empleado a lo cual le pregunté de quién necesitaba autorización. Lo poco que entendí del italiano me hizo comprender que me estaban dirigiendo a algún ministerio en Roma. Les dije que yo venía de Buenos Aires y que debía retornar en pocos días por lo cual me sería imposible ir allí para obtener la autorización. En ese instante me dijeron que yo era muy afortunado pues acababa de arribar al Museo una delegada del ministerio de Roma y que si ella me autorizaba no tendrían inconveniente. Luego de hablar con esta persona y lograr su autorización me encontré con otro obstáculo. Tan pocas veces se habría la sala de arte erótico que ahora no encontraban la llave.
Una vez aprobada la entrada a mi mujer, llamo a mi hijo mayor, y ahí otra objeción: -Que no, que un jovencito no puede entrar. -Pero, por favor, mi hijo es estudiante de medicina, se encuentra con cuerpos desnudos desde el comienzo de su carrera, no hay que proteger su moral y además, le puedo dar todas las seguridades de que él no echa una mirada obscena sobre los desnudos. Por supuesto que tuve que repetir un argumento similar cuando llamé a mi hijo menor para que se uniera al grupo, sólo que esta vez hablé de que él estudiaba psicología y cosas por el estilo.
Pudimos recorrer así la colección de arte erótico pompeyano.
A mediados del siglo XVIII el rey de Nápoles, que luego sería Carlos III de España, se interesó por los hallazgos cercanos al Vesubio. En 1763 comienzan las excavaciones sistemáticas de la Pompeya recién hallada. Como este rey deseaba transformar a Nápoles en una capital artística trasladó gran cantidad de obras de arte que le pertenecían desde Roma y Parma. La mayor parte de la colección artística y arqueológica tenía más de dos siglos y provenía del Papa Pablo III, de quién era descendiente. Una parte de la colección fue al museo de Capodimonte y otra, la de las ruinas de Pompeya y Herculano, al Museo de Portici. Pero la colección arqueológica de las ruinas sepultadas bajo la lava del Vesubio iba en aumento y su destino original era estrecho.
Así, prontamente se creó un Gabinete de Objetos Obscenos, donde el conservador colocó 102 obras que eran consideradas en esa época como ofensivas "a la sana moral y al pudor". Poco después la sala se tituló: "Gabinete de objetos reservados" y se mostraba sólo a quienes exhibieran un permiso regio controlado por las autoridades.
En 1860 Giuseppe Garibaldi nombra director del museo a Alejandro Dumas padre quién fue un fiel seguidor suyo. Éste, con un espíritu progresista, inventarió y catalogó toda la colección y le dio el nombre de "Colección Pornográfica".
Todavía en 1995, cuando yo visité el museo, no se había puesto en práctica una disposición que posibilitara la completa y definitiva exposición al público de esas obras de arte, testigos del origen remoto del arte erótico. Dr. José Treszezamsky, médico, psicoanalista |