LA DE SIEMPRE, TODA Si yo les digo: "he abandonado todo" Es porque ella no es la de mi cuerpo, Nunca hice de esto una jactancia, No es verdad, Y la bruma de fondo en que me muevo No sabe nunca si he pasado. El abanico de su boca, el reflejo de sus ojos, Sólo yo los menciono, Sólo yo estoy rodeado Por ese espejo tan nulo donde el aire circula a través mÃo Y el aire tiene un rostro, un rostro amado, Un rostro enamorado, el tuyo. A ti que no tienes nombre y los demás te ignoran, El mar te dice: sobre mÃ, y el cielo: sobre mÃ; Los astros te adivinan, las nubes te imaginan Y la sangre derramada en los mejores momentos, La sangre de la generosidad, Te lleva con delicia. Canto la gran alegrÃa de cantarte, La gran alegrÃa de tenerte o no tenerte, El candor en que te espero, la inocencia en que te conozco, Oh tú que suprimes el olvido, la ignorancia y la esperanza, Que suprimes la ausencia y me echas al mundo, Canto para cantar, te amo para cantar El misterio en que el amor me crea y se libera. Eres pura, más pura todavÃa que yo. Paul Éluard (francés, 1895-1952) |