Hipertensión arterial, los antihipertensivos y la disfunción eréctil* (Parte I) | |
La hipertensión arterial (HTA) –descontrolada y en muchos casos sin tratar- es una de las causas de disfunción eréctil que más observamos en nuestro consultorio. No hacen dieta hiposódica ni actividades fÃsicas moderadas; fuman y están en sobrepeso, y es común encontrar pacientes con varios factores de riesgo mayores (FRM): dislipemias, diabetes, HTA, tabaquismo, exceso de grasas saturadas y colesterol en la dieta, vida sedentaria, obesidad, depresión. Por otra parte, el uso de ciertos medicamentos antihipertensivos puede producir problemas en la erección.Todos estos factores, concurrentes o no –en algunos casos configuran el llamado sÃndrome metabólico-, son los más favorecedores de la lesión de las capas internas de las arterias (endotelio), con pérdida de la elasticidad y a veces con cierre, parcial o total, de las mismas. De allà podemos pensar que, si hay una disfunción eréctil (DE) de causa vascular, eso serÃa un indicador de que podrÃa haber problemas en otras arterias del organismo. Muchos pacientes jamás se hubieran acercado al médico por su obesidad, por ser grandes fumadores, por tener hipercolesterolemia, la glucemia o la presión altas, ni porque tenÃan dolor en el pecho o en las piernas al caminar, pero sà lo hacen cuando la erección no responde.
La hipertensión arterial, es una condición médica de alta prevalencia responsable de un número importante de infartos de miocardio, hipertrofia cardiaca, problemas renales y oculares, accidentes cerebrovasculares, disfunción eréctil, deterioro de la calidad de vida. Se calcula que más de un 25% de la población padece HTA (estadÃsticamente los varones son más propensos a padecerla) y el 15-20% de los hipertensos tratados con antihipertensivos presentan episodios de impotencia en algún momento de su vida, ya sea por la hipertensión y/ o por los fármacos empleados. MECANISMOS FISIOPATOLÓGICOSLa HTA produce un daño progresivo del endotelio del tejido cavernoso alterando la generación de óxido nÃtrico, impidiendo la relajación del músculo liso cavernoso, y modificando la cascada de acciones que producen la vasodilatación y la erección. Durante la flaccidez el músculo liso cavernoso –por efecto del sistema adrenérgico sobre receptores alfa1 post-sinápticos y alfa2 pre y post-sinápticos- está contraÃdo lo que hace que el flujo de sangre sea bajo. Cuando se produce el estÃmulo erótico y la excitación sexual, por vÃas parasimpáticas y ocitocinérgicas –siempre y cuando el tono adrenérgico esté disminuido-, se envÃa información a neuronas no adrenérgicas/no colinérgicas y al endotelio de las arterias del pene, se libera óxido nÃtrico a partir del aminoácido L-arginina –vÃa citrulina- por efecto de la enzima óxido nÃtrico sintetasa, provocando que los vasos del pene se dilaten por acción de la guanilato ciclasa, resultando en un nivel aumentado de GMPc, con el ingreso de una mayor cantidad de flujo sanguÃneo. A su vez, se produce, por un doble mecanismo –uno activo y otro pasivo-, la compresión de las venas por donde retorna la sangre, generando, como consecuencia, una rigidez suficiente. Toda lesión de la Ãntima endotelial, o del músculo cavernoso, o del mecanismo de contención venosa puede producir dificultades en la erección. FACTORES DE RIESGO MAYORES Habitualmente los hipertensos pueden presentar otros factores de riesgo vascular como la obesidad, la vida sedentaria, diabetes, hiperlipemias, depresión, tabaquismo. Cuanto más FRM, mayor es la probabilidad de desarrollar una disfunción endotelial. El hipertenÂso que fuma, tiene un 13% más de posibilidades de padecer una disfunción eréctil. Si va sumando otros factores de riesgo esta tasa de incidencia va en aumento. Una de las maneras de tratar la hipertensión arterial es por medios higiénicos dietéticos que pueden hacer descender la presión arterial de 5 a 30 mmHg: evitar la vida sedentaria realizando por lo menos una marcha aeróbica de 40 cuadras diariamente o cada dos dÃas, es una de las medidas más sencillas y económicas para el manejo de las enfermedades cardioÂvasculares, entre ellas la hipertensión arterial. Restringir el exceso de Na en las comidas y evitar salarlas sin probarlas previamente, disminuir las grasas saturadas y el colesterol, emplear técnicas de relajación y de reducción de la ansiedad, se encuentran entre las principales medidas dietéticas para el tratamiento de los hipertensos. Con estas indicaciones muchos han podido estabilizar sus parámetros tensionales dentro de rangos normales, que algunos consideran hasta 140mmHg/90mmHg. LAS MEDICACIONES ANTIHIPERTENSIVAS En muchos casos, es necesario recurrir a fármacos que tienden a descender las cifras tensionales y asà disminuir los riesgos de infartos cardÃacos o accidentes cerebrovasculares. Muchos hipertensos comienzan a notar cambios progresivos en la respuesta erectiva y en algunos refieren francos cuadros de disfunción eréctil. Las causas por las que algunos antihipertensivos acarrean cambios en la rigidez peneana, pueden deberse a que en estos pacientes, la alta presión, compensaÂba de alguna manera la disminución de la luz de estas arterias lesionadas por la misma hipertensión. Al disminuir la tensión arteÂrial, el pene comienza a sufrir la falta de sangre en el momento que más lo precisa, es decir, durante la mayor demanda de la actividad sexual, y por la necesidad de lograr y mantener una erección apta para la penetración. También se postulan mecanismos que pueden ejercer una influencia negativa sobre la erección afectando, ciertos medicamentos, a los mecanisÂmos de neurotrasmisión y el eje hormonal hipotalámico-hipofisario relacionado con la respuesta sexual. Aparte de la acción inhibidora sobre el sistema vascular, hormonal, el nervioso central y el neurovegetativo, hay otros factores que inciden sobre el hecho de que un paciente padezca alteraciones sexuales a causa de una medicación: 1) La dosis suministrada. 2) El tiempo durante el cual se suministró ese medicamento. 3) La sensibilidad de ese paciente a determinada droga: hay personas que toman diez aspirinas por dÃa y esto no les produce nada, otras que toman una sola y les genera gastritis; hay quienes se dan millones de unidades de penicilina durante semanas y están aquellas a los que una sola inyección les desencadena una reacción alérgica con peligro de vida. Es que, en la génesis de un sÃntoma, inciden factores orgánicos y psicológicos, además de la sensibilidad a un fármaco determinado. Por eso repetimos: no todos los que tomen ciertos medicamentos van a padecer impotencia, anorgasmia o falta de deseo. No obstante, hay drogas que presentan una alta incidencia de efectos secundarios. Como se planteaba antes, están los usados en los problemas cardÃacos o arteriales: los más frecuentes son la metildopa, la reserpina (que muchas veces se asocia con un diurético) y los betabloqueantes. Como agravante se observa una cierta tendencia a utilizar una verdadera polifarmacia: 4, 5 ó más drogas se recetan juntas para lograr un descenso de la presión arterial, dilatar las arterias y "calmar los nervios", junto con algún polivitamÃnico y con "activadores cerebrales". Muchas veces, esta polimedicación no es necesaria, y, en realidad, se descuidan factores tales como la actividad fÃsica, la dieta (que es fundamental), la enseñanza de técnicas de relajación y de reducción del estrés, psicoterapias. Algunos de los remedios usados para la HTA, la patologÃa de coronarias y el corazón suelen producir disminución del deseo, dificultades erectivas y eyaculatorias, con menor frecuencia ginecomastia (aumento del tamaño de los senos) y galactorrea (salida de leche de los pezones). En una encuesta realizada en la Universidad de San Marcos (Perú) por el Dr. César Tarnawiecki marca cuatro puntos fundamentales: 1) Hay un conocimiento inadecuado de dicha acción por parte de algunos médicos. 2) A algunos de éstos no les preocupa dicho efecto: sólo les interesa la acción hipotensora. 3) Se recetan sin prevenir a los pacientes. 4) Algunos laboratorios farmacéuticos niegan los efectos adversos de los fármacos. No debemos olvidar que un infarto, una angina de pecho o una crisis hipertensiva, con la restricción que acarrean -por lo menos en el primer momento- y la fantasÃa de muerte que acompaña tales episodios suele traer aparejada una disminución clara del deseo sexual: es más fuerte el temor a repetir un episodio durante el acto que el sentimiento erótico. Esta situación aguda va cediendo y, si el paciente la elabora, bien puede retomar su vida sexual.
Una de las preguntas a plantearse es si la disfunción se debe a la enfermedad hipertensiva o los medicamentos utilizados. No obstante distintos estudios nos muestran con claridad el impacto en la sexualidad de las drogas antihipertensivas mejor de lo que sabÃamos 20 años atrás y muchos de estos sÃntoma adversos del área lo podemos observar en la clÃnica a partir del uso de estas medicaciones. * Dr. Adrián Sapetti. |