*Lic. Maria Bernarda Romero Psicóloga. Diplomada en salud sexual. Sexóloga clÃnica marber58@yahoo.com.ar ARGUMENTOS EN CONTRA DEL CONCEPTO DE ADICCIÓN SEXUAL ARGUMENTOS CONVENCIONALES La objeción al concepto de adicción sexual, de que la adicción es una condición fisiológica, no puede ser contestada a un nivel filosófico sino al nivel de una neuropsicologÃa dinámica integrativa. De acuerdo con esta objeción, el sÃndrome de comportamiento sexual no puede ser un desorden adictivo, dado que éste es una condición psicológica, mientras que las adicciones son condiciones fisiológicas. Este argumento presupone una dicotomÃa entre los estados psicológicos y los fisiológicos. No considerando en consecuencia que: “El ser humano ni es todo cerebro, ni todo psiquismo, ni es todo pura mente y resultado de factores sociales. Es cerebro, psiquismo y mente en dialéctica permanente, aunque a veces podamos observar sólo algunos indicios que el cerebro nos muestra, algunos aspavientos de lo psÃquico y alguna manifestación en el plano socio-cognitivo†(Risueño, A. 2000 p.16) . Si tenemos en cuenta lo expresado en el párrafo anterior, de aquà en más, hablar de estos estados -de dependencia o dolor- como psicológicos o fisiológicos no tiene ningún sentido. Otro autor como Satel (1993) objetó el término adicción sexual sobre las bases de que muchos creen que dicho término necesariamente implica el alcance de los 12 pasos (programa utilizado por los grupos anónimos de autoayuda) tanto para el entendimiento como para el tratamiento de la adicción. Argumentó que los 12 pasos tÃpicamente conceptualizan la adicción en términos de “enfermedad modeloâ€, tendiendo a excluir otras perspectivas que podrÃan ser de ayuda. Primeramente debemos hacer notar que el uso del término adicción en el contexto de comportamientos asà como también del uso de sustancias psicoactivas no se originó con el programa de los 12 pasos (Goodman, 1998). No debemos olvidar que ya en 1897 Freud (1892-1899) identificó la masturbación como una adicción, cuando Bill, W. el fundador de Alcohólicos Anónimos, sólo tenÃa 2 años (quién nació el 26 de noviembre de 1895). Y ya discutió la adicción al juego (1928) siete años antes de que se fundara Alcohólicos Anónimos (1935) y 29 años antes de que se fundara Jugadores Anónimos (1957). En su texto clásico “TeorÃa PsicoanalÃtica de las Neurosisâ€, Fenichel (1945, 1968) discutió “la adicción sexualâ€, “adicción a las comidas†y “adictos al amorâ€, años antes de la fundación de Adictos Sexuales Anónimos (1978), Gordos Anónimos (1960) o Adictos al Sexo y al Amor Anónimos (1976). Volviendo nuestra atención hacia el tratamiento, Alcohólicos Anónimos y otros grupos de los 12 pasos han sido reconocidos largamente por la ayuda que aportaron a muchos individuos que eran adictos al alcohol y las drogas. Sin embargo, no existe evidencia fehaciente que exprese que sea necesaria la participación de un individuo en esos grupos para discontinuar el uso adictivo de sustancias psicoactivas. Aún aquellos adictos al alcohol y las drogas que creen en el sistema de los 12 pasos, han descubierto en forma cada vez más frecuente que la concurrencia a los grupos de los 12 pasos no implica un tratamiento suficiente para sus desórdenes, y muchos asistentes a dichos grupos buscan psicoterapia individual, toman medicación psiquiátrica o ambas cosas. Al mismo tiempo, el valor de los grupos de los 12 pasos no se encuentra necesariamente limitado a los desórdenes adictivos. La dependencia afectiva y los problemas emocionales también suelen tratarse, en estos grupos, del mismo modo que en aquellos que luchan contra la adicción al alcohol o las drogas. En teorÃa, muchos individuos que sufren de un amplio rango de desórdenes psicológicos, pueden conciliar los beneficios de las funciones de apoyo y el realce del Yo, dentro de los grupos de los 12 pasos. Pero la presunción de una asociación exclusiva entre la adicción y el modelo de los 12 pasos es injusta, tanto para el modelo de los 12 pasos como para la adicción. El tercer punto que Satel refiere acerca de los alcances de los 12 pasos es que tienden a excluir otras perspectivas que podrÃan ser de ayuda. En verdad, AA por muchos años actuó de manera antiprofesional, alentando a sus miembros a que desconfiasen de la medicación y la psicoterapia. Por una variedad de razones, esta actitud ha tomado un giro, y los grupos de los 12 pasos, en su mayorÃa, se hallan ahora más predispuestos a reconocer el valor de otros alcances para el tratamiento. No obstante, cada grupo en particular tiene sus propias caracterÃsticas y algunos están más inclinados que otros para creer que el sistema excluye otras perspectivas. En suma, el alcance de los 12 pasos es menos dogmático y monolÃtico, y su asociación con la adicción menos exclusiva de lo que parecÃa inicialmente. Pero aun hoy, estos no dejan de centrarse en el concepto de recuperación bajo la norma de control o abstinencia, como única alternativa posible para disminuir el padecer del adicto. Otras presunciones acerca de lo que implica el término adicción, han servido de argumento en contra del concepto de adición sexual y esto fue cuando Coleman (1986) afirmó que: “El peligro de describir el sexo como una adicción es que esto presupone que el individuo es adicto a todas formas de comportamiento sexual más que a un objeto sexual especÃfico o un conjunto de comportamientos sexuales y, siguiendo este modelo, sugiere abstinencia como objetivo del tratamiento†(p.7). Sin embargo, hoy se puede corroborar que un adicto sexual por definición no se compromete adictivamente en todos los tipos de comportamientos sexuales, asà como el drogadicto por definición no usa todo tipo de drogas. La presunción de que el tratamiento de un desorden adictivo necesita abstinencia de por vida, amerita una mirada mucho más profunda. Aún en el campo del tratamiento para alcoholismo, esta presunción no es universalmente aceptada. Han sido publicados numerosos estudios que indican que, al menos, algunos individuos que una vez usaron el alcohol en forma adictiva pueden aprender a tomar alcohol en forma moderada. Se menciona esta investigación sólo para ilustrar que la necesidad de abstinencia de por vida es un problema que la ciencia debe evaluar empÃricamente, y no un problema de dogma a ser afirmado sin ningún tipo de cuestionamiento. Además es necesario observar que lo que la abstinencia constituye para un alcohólico o un drogadicto puede estar sujeto a varias interpretaciones. Pocos adosarÃan la posición de que la abstinencia de una sustancia psicoactiva se aplica solo a la droga de elección del individuo, por ejemplo, un adicto a la cocaÃna puede permanecer abstemio con respecto a ésta, pero puede usar el alcohol para no permanecer sobrio. PodrÃa decirse que una vez que el individuo ha dejado de usar una de las drogas que alteran el humor o el carácter, implicarÃa la abstinencia de todas las demás drogas. Sin embargo, esta definición de abstinencia resulta impráctica, porque la categorÃa de drogas de alteración del humor o carácter es excesivamente amplia. Esto incluye la cafeÃna, un psicoestimulante cuyo uso no está usualmente descrito como una violación de la abstinencia. Además, en esta categorÃa, pueden incluirse variadas medicaciones psiquiátricas, muchas de las cuales no tienen asociación con el uso adictivo, y aun ser terapéuticamente necesarias. En un sentido más amplio, cualquier medicación que es tomada para aliviar una condición que afecta el carácter o el humor (tal como el hipotiroidismo o la alergia), puede ser considerada droga que altera el humor o el carácter. Estas distinciones entre drogas de alteración del humor o carácter, aceptables o no aceptables, parecen arbitrarias, hasta que se cambie la definición categórica de inaceptabilidad y se especifique qué clase de drogas son inaceptables. De este modo, podrÃamos ver que lo que hace que una droga sea inaceptable para un individuo en particular es el uso en forma adictiva, es decir, sin condiciones para controlar dicho consumo, a pesar de las consecuencias destructivas significantes. Entonces, la abstinencia en adicción de sustancias psicoactivas, podrÃa ser definida funcionalmente como abstinencia de cualquier droga que probablemente se convierta en adicción. Cuando la abstinencia es entendida en esta forma funcional (la única forma de mantener un concepto coherente en la práctica), y aplicada a la adicción sexual, serÃa definida como abstinencia de cualquier comportamiento que probablemente se transforme en adictivo. Es decir, de una forma caracterizada por la falla recurrente en el control del comportamiento sexual y su continuidad, a pesar de las consecuencias destructivas. Cuando la abstinencia del comportamiento sexual sea entendida de una forma más abarcativa, la aplicación de la abstinencia de por vida para la adicción sexual dejará de ser un problema. ARGUMENTOS CIENTÃFICOS El primer argumento cientÃfico es aquel ya expresado anteriormente, aclarando que el término Adicción Sexual no está contemplado en el DSM IV, pero como también ya se ha dicho, se trata de una obviedad, ya que en el DSM III, estaba mucho más determinado y hoy en dÃa los criterios de diagnóstico son tan especÃficos, confiables y válidos como los comparables a los criterios especificados en el DSM IV con respecto a la dependencia a sustancias y otros adictivos contemplados en el mismo. Otro argumento en contra del concepto de adicción sexual es el expresado también por Coleman (1986), quien habla de la falta de mayores estudios sobre la existencia de tales conceptos que documenten la efectividad en los métodos de tratamiento. Pero se debe destacar que, mientras la necesidad de investigación no distinga la adicción sexual de otros desórdenes psiquiátricos, la adicción sexual tendrá una tradición mucho menor que la legitime como área de estudio. Si hacemos un recorrido del estudio de esta patologÃa en cuestión, veremos que los alcances de sus tratamientos están todavÃa en proceso de desarrollo y son poco claros. Pero, tal vez, esto no es de particular importancia si se puede arribar a un método para su tratamiento especÃfico, ya sea desde el concepto de adicción o de cualquier otro concepto teórico. Coleman también argumentó que muchos de los facultativos que tratan a individuos comprometidos en comportamientos sexuales adictivos, no han sido entrenados apropiadamente. El tratamiento efectivo de la adicción sexual requiere entender, no sólo las adicciones sino la psicodinámica, las teorÃas del sistema familiar, dinámicas de grupos y terapias cognitivas comportamentales, entre otras, sin olvidarnos, por supuesto, de lo biológico. Es necesario, además, realizar diagnósticos diferenciales sobre desórdenes mayores del humor o del carácter, psicosis, trastornos borderline, entre otros; dado que existe una significativa labilidad para manejar los propios sentimientos y cogniciones. Esto amerita más información en el campo de salud mental, a fin de ser convenientemente evaluados. ARGUMENTOS SOCIOLÓGICOS Los argumentos sociológicos en contra del concepto de adición sexual giran alrededor de la idea de que la adicción no es más que una etiqueta para comportamientos que se desvÃan de las normas sociales. Este punto de vista está representado por las afirmaciones de Levine & Troiden (1988): “la adicción sexual y la compulsión sexual representan codificaciones pseudos-cientÃficas de la prevalencia de valores eróticos más que entidades clÃnicas de buena fe†(p. 349)o los “desordenes psicosexuales son construcciones sociales: esto es, etiquetas estigmatizadas vinculadas a patrones sexuales que divergen de estándares sexuales del dominio culturalâ€. (p. 355) Como Coleman observó en 1986, los que desarrollan teorÃas sociológicas están interesados en destacar que: (1) “este concepto puede potencialmente ser usado para oprimir minorÃas sexuales... dado que ellos no conforman los valores sociales de la cultura prevaleciente (o terapéutica)†( p. 8) y (2) “los profesionales de salud mental usando este concepto, se han convertido en simples instrumentos de las polÃticas conservadoras y han hecho que la gente que no encaja dentro de un estrecho y tradicional estilo de vida sexual se sienta mal, y se sienta mentalmente “enfermo†(Pág. 8) Contrariamente a las presunciones de Levine y Troiden, el concepto de adicción sexual no asegura que cualquier forma o patrón de comportamiento sexual sea definido en sà mismo como una adicción. De acuerdo con la definición y criterio de diagnóstico que han sido presentados aquÃ, un patrón de comportamiento sexual es designado adicción sexual, no sobre las bases de cuál es el comportamiento, sino sobre las bases de cómo ese comportamiento se relaciona y afecta la vida de la persona. Y éste deberÃa ser nuestro eje. Cualquier comportamiento sexual tiene el potencial de transformarse en adictivo, pero constituye un desorden adictivo sólo si ocurre en un patrón que coincida con el criterio de diagnóstico, o se encuadre dentro de la definición ya expresada anteriormente. Que un patrón de comportamiento sexual se califique como adicción sexual está determinado no por el tipo de comportamiento, su objeto, su frecuencia o su aceptación social, sino por cómo ese comportamiento se relaciona y afecta la vida de la persona, porque: “La existencia humana es única e irrepetible y como única debe ser abordada desde el cuerpo vital como experiencia, desde el orden que le imprime su temporalidad y desde las expresiones de sus comunicaciones normológicas†(Risueño, A. 2000 p.24) . Levine & Troiden, en 1988, pusieron énfasis en que estas no consideraciones humanas, muchÃsimas veces dependen de la orientación de los valores del terapeuta y su propósito, asà como también de las percepciones culturales inducidas sobre lo que constituye el control del impulso sexual. Un estudio de Hecker y sus colegas, develó que muchas veces los valores de los terapeutas influencian en sus patrones de diagnóstico sobre la adicción sexual. La relevancia de este estudio, sin embargo, es difÃcil de evaluar, dado que los terapeutas no están provistos de una definición cientÃfica o criterio de diagnóstico para la adicción sexual. Debido a esto no serÃa relevante seguir explayándose en este tema. ARGUMENTOS AXIOLÓGICOS Los argumentos axiológicos en contra del concepto de adición sexual están basados en que la designación de este patrón de comportamiento sexual como adicción encierra la responsabilidad del individuo por su comportamiento. Este concepto es compartido por grupos de espectros polÃticos opuestos. Aquellos de un extremo conservador, incluyendo los religiosos, que temen que el concepto de adicción sexual pueda ser empleado para absolver a individuos de su responsaÂbilidad, o que quienes usan el comportamiento sexual en forma adictiva puedan esconderse detrás del diagnóstico de “adicto sexual†y por ello evadir la responsaÂbilidad por las consecuencias de su comportamiento. Mientras tanto, están aquellos en el extremo liberal que temen que el concepto de adicción pueda ser usado para viciar a individuos de responsabilidades personales y elecciones libres, definiendo a los adictos sexuales como vÃctimas que deben ser salvadas, aun cuando ellas no deseen serlo. Estos temas constituyen un contexto en el cual la visión que ha sido desarrollada en otros desórdenes adictivos puede ser de particular ayuda. Los grupos Anónimos a menudo utilizan aforismos para condensar aspectos claves de su filosofÃa dentro de refranes que pueden ser transmitidos por la tradición oral. Uno de tales aforismos es: “El alcohólico no es responsable por su enfermedad, pero es responsable por su recuperaciónâ€. Como los alcohólicos y drogadictos, los individuos que usan un comportamiento sexual adictivo, no son responsables por tener ese desorden (por los sentimientos, fantasÃas e impulsos que esto arrastra), pero son responsables por lo que hacen acerca de su desorden adictivo y por cómo actúan en respuesta a sus sentimientos, fantasÃas e impulsos. Por lo tanto, la evasión de responsabilidades no los absuelve de las consecuencias de su comportamiento, sino que indica que la rehabilitación es sólo posible si el tratamiento es construido dentro de dichas consecuencias. CONCLUSIÓN La falta de un diagnóstico especÃfico en el DSM-IV sobre el concepto de “Adicción sexual†llevó a la autora a un desarrollo del mismo, diferenciándolo de los trastornos obsesivos compulsivos y de los trastornos del control de los impulsos. De esta manera nos aproximamos a una noción que se asemeja más a la de un trastorno adictivo; dado que los criterios vertidos en el DSMIV y aplicados a la dependencia de sustancias, pueden también atribuirse a la adicción sexual. Arribamos asà al concepto de que “La adicción sexual es una forma de comportamiento sexual cuyo patrón se caracteriza por la falla en controlar comportamientos sexuales, a pesar de las consecuencias significatiÂvamente destructoras para la persona que la padece y para los demásâ€. Siendo su función primaria aliviar sentimientos dolorosos, pero al mismo tiempo producir placer o gratificación. Comparte criterios comunes con los trastornos obsesivos compulsivos y los trastornos del control de los impulsos y, a su vez, se diferencia de ambos por ser un comportamiento repetido en frecuencia pero no repetitivo en sà mismo: más complejo, menos estereotipado, más planeado y con más frecuencia de sintonÃa con el Yo. Siendo su sentimiento predominante el marcado aumento de la rabia o la furia. En cuanto a los argumentos en contra del concepto “adicción sexualâ€, organizados dentro de 4 criterios: los convencionales, los cientÃficos, los sociológicos y los axiológicos, llevó a la autora a concluir que éstos por sà mismos no son suficientes para caracterizar la patologÃa en cuestión, ya que se basan en argumentos reduccionistas que no toman al sujeto en toda su integridad como ser sufriente y como resultante de una compositiva: vital ecotÃmica, espiritual valorativa y sociopersonalitaria. Dejan librado a la persona que padece de este trastorno a la subjetividad del terapeuta y a su sistema de creencias. Es necesario resaltar aquÃ, a criterio de la autora, que considerar la adicción sexual exclusivamente asociada al modelo de los 12 pasos -en el cual se rigen los grupos anónimos-, es dejar librada a la persona que la padece a grupos de autoayuda que sólo se basan en el control o abstinencia, sin involucrarse en la naturaleza de su reincidencia y sin contemplar la intervención de una buena psicoterapia que pueda contenerla y abordarla con un verdadero rigor cientÃfico. Surge también de esta premisa la relevancia de hacer hincapié en que la Adicción Sexual involucra variantes que abarcan varios desórdenes parafilicos, asà como también distintos niveles de adicción que podrÃan llevar al sujeto que la padece a severas sanciones legales, considerando que la ausencia de tratamientos especÃficos sobre el tema agudiza aún más la adicción. Esto es especialmente notorio en los tratamientos con delincuentes sexuales, ya que hay un significativo porcentaje de los mismos que presentan un ciclo adictivo propio de los adictos sexuales. Esta apreciación nos podrÃa llevar a replantear las terapias para los agresores sexuales, pero sin dejar de considerar ciertamente que no todos los delincuentes sexuales son adictos, ni todos los adictos son delincuentes. Debiendo entonces considerarse la posibilidad de futuras investigaciones que nos lleven a elaborar un diagnóstico diferencial entre perversión sexual y adicción sexual, que sirva de base para la utilización de una terapéutica adecuada a cada patologÃa. BIBLIOGRAFÃA
- Anthony, D. T & Hollander, E. (1993). Sexual compulsions. In: Obsesive-compulsive Related disorders, ed. E. Hollander. Washington, DC: American Psychiatric Association: 139-150.
- American Psychiatric Association (1987). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. (3º.ed) rev. DSM.III.R. Washington DC. American Psychiatric Press.
- American Psychiatric Association (1994). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. (4th.ed) DSMIV. Washington DC. American Psychiatric Press.
- Barth, R. J. & Kinder, B. N. (1987). The mislabeling of sexual impulsivity. Journal sexual Marital Theraphy, 13, 15-23
- Carnes, Patrick J. (1983). Out of the Shadows, understanding Sexual Addiction, Minneapolis by CompCare Publishers.
- Carnes, Patrick J. (1989). Contrary to love, Helping the Sexual Addict, Minnesota, previously published by CompCare Publishers.
- Carnes, Patrick J. (1991a). Don’t call it love: Recovery from sexual addiction†New York: Bantam Books.
- Carnes, Patrick J. (1998). The Presidential Diagnosis. Sexual Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment and Prevention. 5 (3), 153-158.
- Carnes, Patrick J. (2001). Anorexia Sexual, 1era. Ed. (1997) Hazelden. Buenos Aires. Ed. B. Argentina S.A.
- Carnes, Patrick J. and Kenneth M. Adams (2002). Clinical Management of Sex Addiction. 1era. Ed. New York by Brunner Routledg.
- Carnes, P., & Delmonico, D.(1996). Childhood Abuse and Multiple Addictions: Research findings in a sample of self-identified sexual addicts. [Versión electrónica]. Sexual Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment and Prevention. 3 (3), 25-268. Recuperado el 14 de Febrero del 2004 http://www.tandf.co.uk/journals/titles/10720162.asp
- Carnes, P., & Delmonico, D. (1996). “Sexual dependency inventory-revisedâ€.Mineapolis, MN: positive Living Press
- Carnes, P. J.; Nonemaker, D. and N. Skilling(1991b). Gender Differences in Normal and Sexually Addicted Populations. American Journal of Preventive Psychiatry and Neurology. 3, 16.23.
- Carnes, P., & Schneider, J. (2000). Recognition and management of addictive sexual disorders: Guide for the primary care clinician. Primary Care Practice. 4(3), 302-318.
- Coleman, E. (1986)Sexual compulsión vs. sexual addiction: the debate continues, en SIECUS Report: 31 (5),7-11.
- Coleman E.(1987). Sexual compulsivity: Definition, etiology and treatment considerations. In Chemical Dependency and Intimacy dysfunction. Ed. E. Coleman New York: Haworth Press:189-204.
- Coleman, E. (1990). The Obsessive-Compulsive Model for Describing Compulsive Sexual Behavior. American Journal of Preventive Psychiatry and Neurology. 1:9-14.
- Coleman, E. (1992). Is your patient suffering from compulsive sexual behavior? Psychiatric Ann. American Academy Of Child And Adolescent Psychiatry, 22:320-325
- Cooper, A.; Delmonico, D.L. and R. Burg (2000). Cybersex users, abusers, and compulsives: New findings and implications. [Versión electrónica] Sexual Addiction and Compulsivity. Journal of treatment and Prevention, 7, 5-30. Recuperado el 12 de Febrero del 2004 http://www.tandf.co.uk/journals/titles/10720162.asp
- Delmonico, D., Bubenzer, D., & West, J. (1998). Assesing sexual addiction with the sexual dependency inventory-Revised. [Versión electrónica]. Sexual Addiction & Compulsivity. Journal of treatment and Prevention, 5 (3), 179-187. Recuperado el 14 de Febrero del 2004 http://www.tandf.co.uk/journals/titles/10720162.asp
- Dodes, L. M. (1995). Psychic helplessness and the psychology of addiction. In: The Psychology and Treatment of Addictive Behavior, ed. S. Dowling. Madison, CT: International Universities Press, 133-145
- Earle Ralph H. and Earle Marcus R. (1995). “Sex Addiction, Case Studies and Managementâ€, Levittown USA, by Brunner Mazel.
- Fenichel, O. (1945a). The psychoanalytic Theory of Neurosis. New York: W. W. Norton. 197 y 385.
- Fenichel, O. (1968). TeorÃa psicoanalÃtica de las neurosis. Buenos Aires.Ed. Paidós
- Freud, S. (1892-99). Fragmentos de la correspondencia con Fliess. (Carta 70. Viena, Diciembre 22 de 1897). Obras Completas. T. I. Buenos Aires, Amorrortu Ed., 8ª: edición, 1999
- Freud, S. (1896). La herencia y la etiologÃa de las neurosis. Obras Completas. T. III. Buenos Aires, Amorrortu Ed., 8ª: edición, 1999.
- Freud, S. (1898). La sexualidad en la etiologÃa de las neurosis. Obras Completas. T III. Buenos Aires, Amorrortu Ed., 8ª: edición, 1999.
- Freud, S. (1905). Tres ensayos de una TeorÃa sexual. Obras Completas. T VII. Buenos Aires, Amorrortu Ed., 8ª: edición, 1999.
- Freud, S. (1908). Sobre las teorÃas sexuales infantiles. Obras Completas.
- T IX. Buenos Aires, Amorrortu Ed., 8ª: edición, 1999.
- Goodman, A.(1990), Addiction: Definition and implications. British journal of addiction. 85, 1403-1408.
- Goodman, A. (1992) Sexual Addiction: Designation and treatment. Journal of Sex and Marital Therapy, 19, 225-251.
- Goodman, A. (1995a). Addictive disorders: An integrated Approach. Parte I An Integrated understanding. Journal of Ministry in Addiction & Recovery, 2, 33-76
- Goodman, A. (1997), Sexual Addiction: Diagnosis, etiology, and treatment. In: Substance Abuse: A Comprenhensive Textbook, 3rd. ed., edit. J. H. Lowenstein y colaboradores. Baltimore: Williams & Wilkins, pp. 340-354.
- Goodman, A. (1998). Sexual addiction: An integrated Approach. Madison, by Copyrighted Material.
- Hollander, E. (1993), Introduction. In Obsessive-Compulsive Related Disorders, ed. E. Hollander. Washington, D.C.: American Psychiatric Association, pp.1-16
- Irons, R., & Schneider, J. (1994). Sexual addiction: significant factor in sexual exploitation by health care professionals. [Versión electrónica]. Sexual addiction & compulsivity. Journal of treatment and Prevention 1, 208-221. Recuperado el 12 de Febrero del 2004 http://www.tandf.co.uk/journals/titles/10720162.asp
- Kafka, M. P. (1991). Successful antidepressant treatment of nonparaphilic sexual addictions and paraphilias in males. Journal Clinical Psychiatry 52:60-65
- Krafft-Ebbing, R. (1886). Psychopathia Sexualis, tr. F.J. Rebman. New York: Stein & Day, ed. 1965.
- Kruesi, M. J. y colaboradores (1992). Paraphilias: A double-blind crossover comparison of clomipramine versus desipramine. Archivos Institute Sexual Behavior. 21, 587-593
- Levine, M. P., & Troiden, R.R. (1988). The myth of sexual compulsitivy. Journal of Sex Research, 25, 347-363.
- Mas Colombo E., Risueño A., Motta I. (2003). Función ejecutiva y conductas impulsivas. IV Congreso Virtual de PsiquiatrÃa. Disponible en: www.psiquiatria.com/articulos/trimpulsos/9686/
- Oxford, J. (1978), Hypersexuality: Implications for a theory of dependence. British journal of addiction. 73, 299-310.
- Parker, J. & Guest, D. (1999). The clinician´s guide to 12-step programs: How, When, and why to refer a client. Westport, CT: Auburn House.
- Pithers, W. D. (1990), Relapse prevention with sexual aggressors: A method for maintaining therapeutic gain and enhancing external supervision. In: Handbook of Sexual Assault: Issues, Theories, and Treatment of the Offender, ed. W. L. Marshall, D. R. Laws & H. E. Barbaree. New York: Plenun Press, 343-361
- Quadland, M. C. (1985). Compulsive sexual behavior: Definition of a problem and an approach to treatment. Journal of Sex and Marital Therapy, 11, 121-132.
- Risueño, A. E. (2000) NeuropsicologÃa Cerebro, psiquismo, Cognición. Erre Eme S.A. editora. Buenos Aires
- Romero, M. B. (2005). Adicción Sexual y Trauma Temprano. Revista de Psicotrauma para Iberoamérica. 4 (1), 32-41. presentación en Simposio V congreso Internacional de Trauma PsÃquico y Estrés Traúmatico junio 2005. presentación congreso virtual interpsiquis 2006. Disponible en: http://www.psiquiatria.com/congreso/2006/adicciones/articulos/24830/
- S.A.A. (1997, November). Getting started in sex addicts anonymous (11th ed.) Houston, TX: ISO of SAA.
- S.A.A. (2000, November). Paquete para principiantes para superar su dependencia sexual. 14th Houston, TX: ISO of S.A.A.
- Salamone, L. (1993).El toxicómano y el goce cÃnico en ToxicomanÃa y alcoholismo Sujeto, goce y modernidad. Fundamentos de la clÃnica I Editorial Atuel, T y A. Bs. As., pp. 101-104
- S.C.A.“Sexual compulsives anonymous†(1995). San Diego, CA: ISO of SCA
- Satel, S. L. (1993), The diagnostic limits of “addictionâ€. Journal Clinical Psychiatry, 54, 237
- Schmidt, C. W. (1992), Changes in terminology for sexual disorders in DSM-IV. Psychiatry Medical. Department of Psychiatry de Francis Scott Key Medical Center, Baltimore, Maryland; 10(2):247-255.
- Schneider, J.P.(2000b). A qualitative study of cybersex participants: Gender differences, recovery issues, and implications for therapists. Sexual Addiction & Compulsivity, Journal of treatment and Prevention, 7, 249-278.
- Schneider, J. & Schneider, B. (1991). Women sex addicts and their husbands: problems and recovery issues. American Journal of Preventive Psychiatry & Neurology, 3 (1),1-5
- Schneider, J & Irons, R. (1997) “Treatment of gambling, eating, and sex addictions. Manual of therapeutics for addictionsâ€. In Miller, N., Gold, M., & Smith, D (Eds) New York: Wiley-Liss, 3 (1),1-5
- Stein, D. J. y colaboradores (1992). Serotonergic medications for sexual obsessions, sexual addictions, and paraphilias. Journal Clinical Psychiatry, 53, 267-271.
- Weissberg, J.H.,&Levay, A.N. (1986), Compulsive sexual behavior en Med. Asp.Hum.Sex., 20:127-128
DICCIONARIOS
- Diccionario De La Real Academia Española. Vigésima Segunda Edición. Versión electrónica: http://buscon.rae.es/diccionario/drae.htm. (Recuperado el 21-9-05)
PÃGINAS DE INTERNET http://www.sexaa.org/espanol/ (información recuperada el 19-1-04) http://www.sexhelp.com/ (información recuperada el 19-1-04) http://www.findarticles.com/p/articles/mi_m2372/is_3_41/ai_n6274001/pg_7 (información recuperada el 21-9-05) http://www.siecus.org/siecusreport/index.html (información recuperada el 21-1-04)
Risueño, A. E. (2000) NeuropsicologÃa Cerebro, psiquismo, Cognición. Erre Eme S.A. editora. Buenos Aires
Levine, M. P., & Troiden, R.R. (1988). The myth of sexual compulsitivy. Journal of Sex Research, 25, 347-363.
Coleman, E. (1986)Sexual compulsion vs. sexual addiction: the debate continues, en SIECUS Report: 31 (5), 7-11.
Ibid 19, pág. 23
|