Continuando con esta serie de notas tomaremos el siguiente interrogante: si el deporte va en detrimento del rendimiento sexual. En este aspecto podemos ver distintas facetas: el que sublima en la actividad fÃsica de una manera obsesiva, poniendo toda la libido en “los aparatosâ€, en la competencia deportiva. Hemos visto pacientes con problemas sexuales que canalizaban toda su energÃa erótica en un deporte compulsivo y excluyente. Están los otros individuos que “se matan†con las actividades fÃsicas y deportivas y luego llegan al acto sexual rendidos, cuando no doloridos y lesionados. Esto lo vemos en muchos varones cuarentones o cincuentones que creen que pueden jugar al fútbol como a los 20: el resultado es que a la noche llegan a la cama rendidos y exhaustos. Están más para un baño de inmersión y el kinesiólogo que para hacer el amor, pues les cuesta recuperarse. Bien conocemos los médicos que los dolores de espalda o las lumbociatalgias son célebres enemigos del sexo: los movimientos pélvicos arrancarán algún quejido, sin lugar a dudas. Distinto es cuando estos varones hacen una actividad fÃsica moderada: especialmente elongaciones o tipo aeróbicas o juegan un partido de tennis doble, uno de volley o al golf. Los jóvenes en cambio tienen, bien lo sabemos, mayor flexibilidad y resistencia, con mejor y más rápida recuperación posterior.
Si la actividad deportiva es moderada sabemos que mejora el ánimo, la circulación periférica, la liberación de endorfinas, la mejor conexión con el cuerpo manteniéndolo plástico y en lÃnea. Siempre será una mayor comunión con el erotismo y como decÃa el poeta Walt Whitman: “las cuestiones del cuerpo son también las del alma, sostengo que son el almaâ€. Es en este sentido, el conectarnos con el movimiento y una mejor función respiratoria y circulatoria, a veces en contacto con la naturaleza, con la energÃa vital y la expansión corporal, con mejor tono muscular, también contribuye a un mejor erotismo.
Volviendo al punto inicial: no creo que se puedan ocultar las frustraciones o los fracasos sexuales (o las francas disfunciones: impotencias, eyaculación precoz, fobias y virginidades avanzadas, anorgasmias, vaginismos, deseo sexual disminuido) con la práctica compulsiva y fanática de los deportes. Creo que una actividad, la sexual, no deberÃa ser reemplazada por la deportiva aunque muchos puedan preferir una a la otra, o a la inversa: quizás alguien tenga un dÃa más ganas de salir a correr, jugar al volley o al fútbol o de andar en rollers que de hacer el amor, pero otro dÃa, con un buen fitness, entonados y estimulados podrán echarse en los brazos de Eros con pasión, lujuria y entrega corporal olvidando, por unos instantes, ese otro amor, saludable y tonificante: el maravilloso amor por los deportes.
* Dr. Adrián Sapetti
Médico psiquiatra, sexólogo.
Autor del libro “El sexo y el varón de hoy†(Editorial Emecé)