¿CUÃL ES EL RENDIMIENTO ESTÃNDAR DE UN VARÓN? *
Muchos hombres no aceptan el transcurso de los años y pasada la barrera de los 40 pretenden una respuesta sexual idéntica a la que tenÃa diez o veinte años atrás… y ahà aparecen las frustraciones.
¿Hay una performance igual para todos?
La realidad para cada varón parte de su individualidad. No hay un rendimiento estándar para todo el mundo. Lo primero que deberÃa preguntarse un individuo es cómo serÃa su respuesta personal frente a determinada situación erótica. Si vive obsesionado por seguir un modelo de fábula terminará dándole más importancia a aquello que lo acerca a ese ideal que a sus verdaderas posibilidades. Estos planteos aparecen con mucha frecuencia en la clÃnica.
¿Nos podrÃa dar ejemplos?
SÃ. Un ejemplo es el de un adulto que podrÃa sentirse satisfecho con una o dos relaciones sexuales por semana, pero se exige alcanzar tres o más, siguiendo un patrón ajeno a él mismo. Otro caso común es el que no acepta el transcurso de los años y pasada la barrera de los 40 pretende una respuesta sexual idéntica a la que tenÃa diez o veinte años atrás; es el que piensa: "¿no sé lo que me pasa?, ya no soy el de antes, ¡ahora necesito que mi mujer me estimule para tener una erección!", dicho de una manera dramática y no como un aspecto hasta si se quiere favorable (un paciente se lamentaba: "¡no puede ser que mi señora me tenga que tocar!").
¿Es una inquietud tÃpica en el consultorio?
SÃ. Es interesante que, en las consultas se observan con alarmante frecuencia que los pacientes mayores de 50 años suelen decir que no los estimulan -ni lo hacen ellos- con contacto directo en los genitales, y recuerdan con nostalgia que antes no necesitaban de ser tocados. En esto la fisiologÃa no se deja mandar: los varones -con el paso de los años- van a necesitar mayor estÃmulo en la zona genital, durante más tiempo y de manera más vigorosa. En pocas palabras: es una impotencia por falta de estÃmulos.
¿Cuál es el rendimiento esperable?
El umbral de rendimiento entre los varones es muy variable, mientras algunos alcanzan uno o dos orgasmos por encuentro, otros pueden superar esa cantidad. Otra vez la respuesta pasa por la singularidad. ¿Por qué alguien es Gardel y otro es un pobre cantor de provincias, por qué hubo un Mozart, un Leonardo y otros no pasan de pintar paredes o componer canciones de calesita? ¿Por qué algunos logran lo que sus pares no pueden? Obviamente que se debe a un entrecruzamiento de múltiples causas y con la sexualidad de cada ser ocurre lo mismo: tal vez factores genéticos, hormonales, vasculares, neurológicos y emocionales, que en cada caso se combinan de manera única e irrepetible.
Lo mismo vale para lo psicológico: dos individuos reaccionan de diferente manera frente a una misma situación, debido a la conformación de su aparato psÃquico, a su medio social, a la familia y la época en que les tocó vivir. Hay individuos a quienes nada los afecta, otros son muy sensibles y vulnerables, y un comentario hecho por sus parejas los derrumba. Esto sin entrar en el terreno de la psicopatologÃa donde podemos encontrarnos con individuos fóbicos, que evitan el acto sexual porque temen la penetración, la vagina los intimida o los asusta el compromiso.
¿Cómo influye la mujer?
No hay dudas de que una mujer, ya sea por su atractivo, su belleza, su tacto, sensibilidad, capacidad de amar o grado de entrega, puede modificar la respuesta sexual del varón. Recuerdo aquella frase de GarcÃa Márquez cuando decÃa que "todo hombre es impotente hasta que venga una mujer y le demuestre lo contrario". A quien no pueda lograr una erección o se sienta inseguro, no le resultará lo mismo recibir un estÃmulo que una burla o una desaprobación. Imaginemos que un varón en ese trance escucha frases como: "¿pero qué clase de hombre eres?†o “si no logras penetrarme lo nuestro se termina". Frente a una disfunción, momentánea o crónica, está la mujer que se ofrece para acompañarlo a un especialista y está quien lo condena diciéndole: "anda que te curen y después vuelve a buscarme"
¿Cómo actuar ante estos cambios?
Cuando los varones pasan los 40 suelen tener cambios marcados en la capacidad eréctil. Algunos se van adaptando, y otros no los aceptan y luchan contra lo irrebatible e incontrastable. En estos últimos, el temor a fracasar es un caldo de cultivo para un desenlace frustrante. Asimilan los cambios en otras áreas fÃsicas pero en ésta no los pueden tolerar. AsÃ, como lo he remarcado en otras oportunidades, el temor al fracaso engendra un nuevo fracaso. Vamos a detenernos en el llamado temor al fracaso: el miedo a que éste ocurra también podrÃa verse como la anticipación del mismo. El varón teme no obtener una buena erección y es esa misma ansiedad (quizá basada en que alguna vez le ocurrió) la que dificulta aún más el éxito del intento, su estado de nerviosismo puede desembocar en una impotencia o en una eyaculación rápida.
* Entrevista realizada al Dr. Sapetti en Revista Buena Salud, número 185, Bs. As., Argentina