Recientemente encontré un artÃculo que habÃa escrito, calculo hace unos 35 años, para algún medio, no recuerdo cuál, sobre un caso ocurrido en la década del 70 en EEUU y, al ver que el final quedaba sin cerrar, me acordé que también habÃa escrito sobre él cuando volvà del Congreso Norteamericano de PsiquiatrÃa, que tuvo lugar en el 2001 en New Orleans. Entonces pensé en hacer un artÃculo que uniera esos dos momentos del mismo caso:
Mujer Desnuda Egon Schiele |
Primera parte, lo que escribà en la década de los 70
Para ciertos autores es fundamental distinguir entre “identidad de género sexual†y “rol de género sexualâ€: la primera serÃa la sensación que se posee de sà mismo como varón, mujer o ambivalente; lo segundo serÃa todo aquello que expresa esta sensación de uno mismo como varón o mujer, todo lo que una persona dice o hace para indicar a otros y a sà mismo el grado en que es varón, mujer o ambivalente.
El rol de género es la expresión pública de la identidad de género y la identidad de género es la experiencia privada del rol de género.
Dos autores (John Money y Patricia Tucker, “Asignaturas sexualesâ€) remarcan que una vez que se llegó a definir la identidad/rol de género no habrÃa posibilidad de cambiarlo.
En base a esto es que se delinearon programas de reorientación sexual de pacientes ya sea con desvÃos pre o postnatales (caso hermafroditismo o transexuales). Como ejemplo citan el conocido caso de un niño que nace de un embarazo gemelar de dos varoncitos, en el seno de una familia del medio rural de EEUU, quien es llevado por sus padres a hacerle la circuncisión (hecho común en ese paÃs) cuando tenÃa pocos meses.
El médico de la zona le practica la operación con electrocoagulación en lugar de hacerlo con bisturà y como le hubo aplicado niveles demasiado altos de corriente termina quemándole el pene. Al tiempo cicatriza, se reseca y a los pocos dÃas se le desprende.
Luego de dar vueltas por toda la comarca buscando una solución para el niño llegaron hasta un cirujano plástico quien, conocedor de los programas de reorientación de bebés con pseudohermafroditismo, sugiere que en lugar de criarlo como lo que era –un varón- lo reorientaran como lo que no era –niña-.
Los padres dudaron pero es aquà que un programa de TV que vieron los padres posteriormente, donde un transexual de varón a mujer contaba su caso de reorientación, vino “en ayuda†del cirujano. Ante la abrumadora evidencia (y gracias a los medios de comunicación) los padres se decidieron: le pondrÃan un nombre de niña y lo vestirÃan como tal, le dejarÃan crecer el pelo.
A los 17 meses es llevado a un centro especializado y son recibidos por un psicólogo versado en estos tópicos quien les explica con diagramas, dibujos y fotos de otros niños que habÃan sido reorientados. Y dado que el niño apenas habÃa empezado a emitir palabras tendrÃan excelentes posibilidades de que la identidad de género no se hubiese diferenciado irreversiblemente en la dirección masculina.
El profesional les explicó que si decidÃan que el nene fuese varón (parece una verdad de Perogrullo: ¡el varón que fuese varón!) un cirujano podrÃa hacer un injerto para un pene artificial pero esto no daba seguridades de buenos resultados: los penes artificiales se terminaban abriendo y filtrando orina, con infecciones, heridas y lesiones varias. Además no gozarÃa (pareciera que para el profesional todo el goce posible estarÃa ubicado pura y exclusivamente en el pene) ni lograrÃa la erección; para colmo de males si querÃa embarazar a una mujer no podrÃa hacerlo sin soportes artificiales.
Pero si decidÃan reorientarlo a la femineidad se podrÃa operar para eliminar los testÃculos (literal y quirúrgicamente: castrarlo) y luego construir genitales externos femeninos. A los 11 ó 12 años se le darÃan hormonas femeninas y se le construirÃa un canal vaginal para el “intercambio y placer sexual†y asà poder llegar al orgasmo. Pero eso sÃ, una vez decididos que fuera nena no podrÃan arrepentirse ni dudar un momento ante “ella†puesto que a la menor vacilación sufrirÃa mucho y hasta podrÃa llegar a tener problemas psicológicos. Los padres se decidieron, convencidos por el psicólogo: ¡serÃa mujer!
A los 21 meses la familia consultó con el Dr. John Money del John Hopkins Hospital y éste aconsejó que fuera castrado de sus testÃculos en forma quirúrgica y se lo educara como a una niña, basado en las teorÃas de los 60 de que la identidad sexual derivaba más de la cultura que de la biologÃa y la naturaleza. Siguiendo estos consejos la familia rebautizó al niño como “Joan†vistiéndolo y tratándolo como a una niña. Luego vino la primera etapa quirúrgica: extirpación de testÃculos y modelado de genitales externos, dejando la construcción del canal vaginal para cuando la niña lo decidiera, ya más grandecita.
Cada año la familia siguió concurriendo para una suerte de “service†y apoyo psicológico; a los 5 años mientras el otro hermano jugaba a la pelota y peleaba con sus amiguitos, a la niña se la instaba a usar pulseras, vestidos con moñitos, jugando con las Barbies, queriendo ser la novia del papá y ayudando en la cocina.
Hasta aquà he podido detectar los pasos de este caso y aunque la niña no ha llegado a ser una mujer adulta los autores nos hacen suponer que, tal vez, logrará casarse, ser una excelente madre de hijos adoptivos, llevar adelante un hogar como buena ama de casa y que gracias a Dios, los médicos y psicólogos, los chequeos y “servicesâ€, podrá llevar “una vida plena, dichosa y satisfactoria como todas las mujeres de este mundo†y fundamentalmente sin ninguna disfunción sexual.
San Juan Bautista Caravaggio |
Segunda parte: colofón en los 2000
Es el año 2001 y viajo al congreso de la APA en New Orleans y, en las sesiones de proyección de filmes, entre los documentales exhibidos hay uno llamado The remarkable story of John/Joan.
Este impactante documental nos presenta aquel famoso caso –que describo en la primera parte- del niño que a los 8 meses de edad fue vÃctima de una defectuosa circuncisión que lo dejó casi sin pene.
A pesar de los rizos, los bucles y las polleras se sintió miserable en su “condición femeninaâ€: su hermano gemelo contaba que “nunca se habÃa sentido una mujerâ€. Le gustaban las chicas por lo que era tildada de lesbiana y rechazaba todo aquello que le hacÃa denotar su condición femenina.
Cuando John llegó a su adolescencia supo de su género de nacimiento. En una entrevista en primera persona donde sólo se le ven los ojos y escuchamos su voz, ahora con más de 30 años, describe de una manera emocionante sus conflictos, su decisión de ir a una nueva cirugÃa reparadora que restaure su anatomÃa masculina externa y cuenta de su vida actual de casado con una mujer que tenÃa hijos de un matrimonio anterior.
Al año 2001 habÃa vuelto al rol de varón por el que tantos esfuerzos realizaron para que lo negara. Evidentemente su cerebro ya estaba orientado biológicamente hacia el rol masculino, lo que puso en discusión nuevamente la impronta de la biologÃa como condicionante del psiquismo y que muchas veces la cultura no puede borrar.
Un momento emotivo fue cuando, en el film, John narra que fue con un arma a ver al cirujano que lo habÃa operado y le dijo: “¿Ud. sabe quién soy yo?â€; el cirujano le respondió: “¡Cómo no voy a saberlo si te he visto en la tapa de revistas y diarios, jamás podrÃa olvidar tus ojos!â€. John le dice que viene a matarlo pero cuando está a punto de hacerlo baja el arma y se retira.
Esto nos recuerda también el mito griego de Tiresias –el ciego vidente- que al comienzo fue varón, los dioses lo transformaron en mujer y luego, nuevamente, lo convirtieron en varón.
Al ver este importante documental me llevó a reflexionar sobre las cuestiones de género, las relaciones entre lo genético y disposicional con lo sociocultural (otra vez debemos volver a las series complementarias de Freud). También sobre el poder y la omnipotencia de los médicos.
Dr. Adrián Sapetti, médico psiquiatra, sexólogo clÃnico