Ansiedad y disfunciones sexuales (Parte I) | |||
Freud, en sus series complementarias, hablaba que siempre se conjugan factores disposicionales y genéticos, con experiencias infantiles y luego con los hechos desencadenantes de la vida, y en su confluencia es que se producen las distintas patologías o síntomas. No obstante, algunos psicoanalistas piensan que la impotencia o la eyaculación precoz siempre están causadas por factores profundos que remiten a situaciones del pasado vividas de manera conflictiva, rechazando la posibilidad de tratamientos sexológicos específicos, como también rechazan, en otros cuadros, incluidos la depresión, las fobias o los ataques de pánico, la medicación y otros tipos de terapias más resolutivas. Pero como los pacientes han salido del oscurantismo médico y sexológico gracias a la divulgación científica, a los medios de comunicación masiva e Internet, ya no aceptan a los profesionales fundamentalistas (por suerte cada vez son menos los que se abroquelan en ghettos intelectuales) y se autoderivan. Se ha observado y estudiado que hay factores inmediatos, tales como la ansiedad por el rendimiento y ante la ejecución del acto, temor al desempeño, inadecuación a los distintos momentos vitales, exigencias desmesuradas, falta de estimulación adecuada, desconocimiento sobre la respuesta sexual —fortalecida por una educación religiosa y familiar represiva— o conflictos con la pareja. Estas causas inmediatas, si son removidas, incluso sin rastrear las supuestas causas lejanas de las que habla el psicoanálisis, resuelven las disfunciones de los pacientes. Quizás sea cierto en estos casos aquello que decía E. Berne: "cúrese primero y analízese después".
Analizando a sus pacientes y estudiando la sexualidad infantil, Freud descubre que cerca de los 5 años el niño ve aumentar su deseo amoroso hacia el progenitor del sexo opuesto y, a la vez, rechaza y quiere desplazar al del mismo sexo. Así, en el caso del niño se siente atraído por su madre y desea la desaparición o alejamiento de su padre, hecho que acarrea una situación ambivalente, dado que, por otro lado, ama a su progenitor. A su vez, el niño temería ser castigado, que en su mayor expresión estaría simbolizado por un daño corporal infligido en los genitales. El psicoanálisis habla de la angustia de castración, en la cual el niño teme que esto le vaya a ocurrir y de esa manera se va separando de la madre a quien desea. Este paso le permite resolver la etapa edípica y posteriormente desplazar su amor hacia otras mujeres que no sean su madre. En la niña se daría el proceso inverso y en ella es algo más complejo pues debe hacer un doble pasaje. Así un adulto que no resolvió favorablemente su etapa edípica y en quien los conflictos siguen vigentes, ante cualquier contingencia que le rememore algún sentimiento incestuoso sentirá una carga de angustia cuya causa el paciente no puede explicar y que le haría padecer alguna disfunción sexual.
Hay quienes sostienen que las disfunciones sexuales sólo podrían ser resueltas por largos tratamientos psicoterapéuticos que hicieran conscientes los conflictos que anidan en el inconsciente. Esto es desvirtuado por la clínica y los modernos tratamientos sexológicos, ya que por un lado hay pacientes con muchos años de tratamiento analítico que no resuelven su impotencia. Por otro, con las llamadas Terapias Sexuales que logran éxitos en tiempos breves, o con el uso de los inhibidores de la V-fosfodiesterasa, lo que no excluye que luego de recuperar su capacidad erectiva (y consecuentemente su autoestima) los pacientes quieran realizar tratamientos psicológicos que les permitan resolver otros conflictos. Freud veía que una de las causas de impotencia sería que hay varones que no pueden unir un sentimiento tierno y amoroso hacia una mujer con el deseo sexual y la pasión, disociando así, por un lado a las mujeres a quienes respetan y a las cuales eligen como parejas, pero con quienes no pueden dar rienda suelta al placer y al sexo, y, por otro lado, a las mujeres a quienes consideran prostitutas o a quienes denigran, con las que mantienen una sexualidad placentera y pasional. Esto, para Freud, estaría relacionado con la fijación sexual infantil a la figura materna: cuando posteriormente alguna mujer a quien aman les recuerda inconscientemente a su madre o hermanas, presentarán episodios de evitación, disminución del deseo o impotencia. Como decía Freud en su trabajo "Sobre una generalizada degradación de la vida erótica": "Cuando aman no desean y cuando desean no pueden amar". Estas pautas son modificables ya que, al salir a la luz en las sesiones de tratamiento, son elaboradas con el terapeuta para que el paciente pueda juntar ambas vertientes (la amorosa y la sexual) y no disociarlas en personas distintas. Experiencias infantiles negativas Ya desde Freud se estudió que tempranas experiencias negativas en el área sexual jugaban un papel significativo en la génesis de síntomas psicológicos y sexuales de la edad adulta. Son los casos de aquellos varones cuyos primeros contactos sexuales tuvieron una connotación humillante, frustrante o vejatoria: iniciación en grupos con prostitutas, contagio de enfermedades venéreas, una seducción incestuosa, haber sido precozmente víctimas de un abuso sexual (los norteamericanos llaman a los abusadores, con justa razón: soul killers = asesinos del alma) o quienes se vieron sexualmente traumatizados en su temprana infancia por situaciones que no estaban preparados para manejar y en algunos casos desarrollan un Trastorno de estrés postraumático. Denominamos "la escena primaria" a la situación de ver el acto sexual de los padres y que muchos recuerdan como un hecho traumático. Era un observable (aún hoy lo es) que muchos durmieron hasta entrada la pubertad en la pieza de sus progenitores. Claro que esta situación ha variado mucho, pues algunos niños ya saben que los padres tienen encuentros corporales: ellos se besan y miman en su presencia, o han visto sus cuerpos desnudos. Diferente era en los tiempos donde el chico nunca veía nada y si, abruptamente un día, lo veía todo, lo recibía como algo agresivo, chocante e intimidante.
No deberíamos pensar que las experiencias traumáticas reales sean causa lineal de las disfunciones sexuales adultas. Evitemos pensar que a tal situación corresponde tal síntoma ya que en su génesis concurren múltiples factores: siguiendo el concepto de las series complementarias freudianas, vemos que en general hay una relación compleja entre la dotación genética de un individuo, las experiencias infantiles, y los hechos desencadenantes de la vida con la producción de un síntoma. La teoría del aprendizaje remarca los efectos de las experiencias negativas en el área sexual: un muchacho que fracasó en su erección o eyaculó precozmente en el día de su debut (en una situación vivida como agresiva, violenta o humillante) o padeció ansiedad por el rendimiento ante el acto, podrá repetir esos episodios al asociar encuentros sexuales posteriores con aquellas escenas traumáticas. Enfermedades psiquiátricas Es un hecho que muchas disfunciones sexuales pueden estar asociadas a alteraciones psicopatológicas francas en lo que se da en llamar comorbilidad, o sea la asociación de distintas patologías (p. ej: una depresión se puede asociar con fobias, una fobia se puede asociar con una impotencia, una eyaculación precoz con un cuadro de ansiedad generalizada). Veamos cuáles son los cuadros psiquiátricos que más pueden asociarse con disfunciones sexuales femeninas y masculinas:
Obviamente que, en estos casos, hay que tratar además la enfermedad psiquiátrica con la medicación adecuada y relacionar la aparición del síntoma sexual con estos cuadros: si empezó antes o durante, si después de instaurar algún psicofármaco, si coincide con alguna situación de crisis. Debemos destacar que muchos de los fármacos utilizados para estos cuadros (algunos antidepresivos y antipsicóticos, Litio) pueden dar retardos orgásmicos y eyaculatorios, disminución del deseo, impotencia. BASES BIOLÓGICAS DE LA ANSIEDAD La estimulación del sistema nervioso autónomo causa diversos síntomas:
Estos síntomas son producidos por una excesiva actividad adrenérgica. Un hecho a destacar es que los cuadros de estrés crónicos suelen dar aumentos de la prolactina y cortisol. Es un hecho observable en la clínica sexológica que la suba de la prolactina es una de las causas de la inhibición o disminución del deseo. La asociación de terapias breves, que centran su foco en las dificultades sexuales, en acción conjunta con medicaciones y suplementos específicos permiten la resolución de las disfunciones sexuales, mejorando la calidad de vida, levantando la autoestima y dando mayor placer a la vida. * Dr. Adrián Sapetti- Psiquiatra. Sexólogo clínico. Director del Centro Médico Sexológico. Internacional Member of the American Psychiatric Association (APA). Presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). |