Ansiedad y disfunciones sexuales (Parte I) | |||
Actualmente los profesionales que trabajan en el campo de la SexologÃa están de acuerdo en que factores psiquiátricos, psicológicos y situacionales dan origen a disfunciones sexuales (impotencias, eyaculación precoz, aversión o fobia sexual, aneyaculación y eyaculación retardada, deseo sexual hipoactivo o inhibido, vaginismo, anorgasmias femeninas). Claro que en el campo psicológico y psiquiátrico hay múltiples teorÃas que, si no nos encerramos en dogmatismos, se entrelazan y complementan. Por ejemplo, desde el psicoanálisis, que tiene el mérito de haber producido una revolución en el estudio de la sexualidad, se afirma que son los Âfactores inconscientes derivados de experiencias traumáticas infantiles los que incidirán en la proÂducción de los sÃntomas sexuales. Freud, en sus series complementarias, hablaba que siempre se conjugan factores disposicionales y genéticos, con experiencias infantiles y luego con los hechos desencadenantes de la vida, y en su confluencia es que se producen las distintas patologÃas o sÃntomas. No obstante, algunos psicoanalistas piensan que la impotencia o la eyaculación precoz siemÂpre están causadas por factores profundos que reÂmiten a situaciones del pasado vividas de manera conflictiva, rechazando la posibilidad de tratamientos sexológicos especÃficos, como también rechazan, en otros cuadros, incluidos la depresión, las fobias o los ataques de pánico, la medicación y otros tipos de terapias más resolutivas. Pero como los pacientes han salido del oscurantismo médico y sexológico gracias a la divulgación cientÃfica, a los medios de comunicación masiva e Internet, ya no aceptan a los profesionales fundamentalistas (por suerte cada vez son menos los que se abroquelan en ghettos intelectuales) y se autoderivan. Se ha observado y estuÂdiado que hay factores inmediatos, tales como la ansiedad por el rendimiento y ante la ejecución del acto, temor al desempeño, inadecuación a los distintos momentos vitales, exigencias desmesuradas, falta de estimulación adecuada, desconocimiento sobre la respuesta sexual —fortalecida por una educación religiosa y familiar represiva— o conflictos con la pareja. Estas causas inmediatas, si son removidas, incluso sin rastrear las supuestas causas lejanas de las que habla el psicoanálisis, resuelven las disfunciones de los pacientes. Quizás sea cierto en estos casos aquello que decÃa E. Berne: "cúrese primero y analÃzese después". No podemos pensar en causas úniÂcas sino en una interrelación de distintos factores (psicogénicos, culturales, orgánicos) en la imÂpotencia. Para el psicoanálisis un factor importante estarÃa generado en los conflictos edÃpicos, a los que Freud llamó el complejo de Edipo.
Analizando a sus pacientes y estudiando la sexualidad infantil, Freud descubre que cerca de los 5 años el niño ve aumentar su deseo amoroso hacia el progenitor del sexo opuesto y, a la vez, rechaza y quiere desplaÂzar al del mismo sexo. AsÃ, en el caso del niño se siente atraÃdo por su madre y desea la desaparición o alejamiento de su padre, hecho que acarrea una situaÂción ambivalente, dado que, por otro lado, ama a su progenitor. A su vez, el niño temerÃa ser castigado, que en su mayor expresión estarÃa simbolizado por un daño corporal infligido en los genitales. El psicoanálisis habla de la angustia de castración, en la cual el niño teme que esto le vaya a ocurrir y de esa manera se va separando de la madre a quien desea. Este paso le permite resolver la etapa edÃpica y posteriormente desÂplazar su amor hacia otras mujeres que no sean su madre. En la niña se darÃa el proceso inverso y en ella es algo más complejo pues debe hacer un doble pasaje. Asà un adulto que no resolvió favorablemente su etapa edÃpica y en quien los conflictos siguen vigentes, ante cualÂquier contingencia que le rememore algún sentiÂmiento incestuoso sentirá una carga de angustia cuya causa el paciente no puede explicar y que le harÃa padecer alguna disfunción sexual.
Hay quienes sostienen que las disfunciones sexuales sólo podrÃan ser resueltas por largos tratamientos psicoterapéuticos que hicieran conscientes los conflictos que anidan en el inconsciente. Esto es desvirtuado por la clÃnica y los moÂdernos tratamientos sexológicos, ya que por un lado hay pacientes con muchos años de trataÂmiento analÃtico que no resuelven su impotencia. Por otro, con las llamadas Terapias Sexuales que logran éxitos en tiempos breves, o con el uso de los inhibidores de la V-fosfodiesterasa, lo que no excluye que luego de recuperar su capacidad erectiva (y consecuentemente su autoestima) los pacientes quieran realizar tratamientos psicolóÂgicos que les permitan resolver otros conflictos. Freud veÃa que una de las causas de impotencia serÃa que hay varones que no pueden unir un sentimiento tierno y amoroso hacia una mujer con el deseo sexual y la pasión, disoÂciando asÃ, por un lado a las mujeres a quienes respeÂtan y a las cuales eligen como parejas, pero con quienes no pueden dar rienda suelta al placer y al sexo, y, por otro lado, a las mujeres a quienes consideran prostitutas o a quienes denigran, con las que mantienen una sexualidad placentera y pasional. Esto, para Freud, estarÃa relacionado con la fijación sexual inÂfantil a la figura materna: cuando posteriormente alguÂna mujer a quien aman les recuerda inconscienteÂmente a su madre o hermanas, presentarán episoÂdios de evitación, disminución del deseo o impotencia. Como decÃa Freud en su trabajo "Sobre una generalizada degradación de la vida erótica": "Cuando aman no deÂsean y cuando desean no pueden amar". Estas pautas son modificables ya que, al salir a la luz en las sesiones de tratamiento, son elaboraÂdas con el terapeuta para que el paciente pueda juntar ambas vertientes (la amorosa y la sexual) y no disociarlas en personas distintas. Experiencias infantiles negativas Ya desde Freud se estudió que tempranas experiencias negativas en el área sexual jugaban un papel significativo en la génesis de sÃntomas psicológicos y sexuales de la edad adulta. Son los casos de aquellos varones cuyos primeros contactos sexuales tuvieron una connotación humillante, frustrante o vejatoria: iniciación en grupos con prostitutas, contagio de enfermedades venéreas, una seducción incestuosa, haber sido precozmente vÃctimas de un abuso sexual (los norteamericanos llaman a los abusadores, con justa razón: soul killers = asesinos del alma) o quienes se vieron sexualmente traumatizados en su temprana infancia por situaciones que no estaban preparados para manejar y en algunos casos desarrollan un Trastorno de estrés postraumático. Denominamos "la escena primaria" a la situación de ver el acto sexual de los padres y que muchos recuerdan como un hecho traumático. Era un observable (aún hoy lo es) que muchos durmieron hasta entrada la pubertad en la pieza de sus progenitores. Claro que esta situación ha variado mucho, pues algunos niños ya saben que los padres tienen encuentros corporales: ellos se besan y miman en su presencia, o han visto sus cuerpos desnudos. Diferente era en los tiempos donde el chico nunca veÃa nada y si, abruptamente un dÃa, lo veÃa todo, lo recibÃa como algo agresivo, chocante e intimidante.
No deberÃamos pensar que las experiencias traumáticas reales sean causa lineal de las disfunciones sexuales adultas. Evitemos pensar que a tal situación corresponde tal sÃntoma ya que en su génesis concurren múltiples factores: siguiendo el concepto de las series complementarias freudianas, vemos que en general hay una relación compleja entre la dotación genéÂtica de un individuo, las expeÂriencias infantiles, y los hechos desencadenantes de la vida con la producción de un sÃntoma. La teorÃa del aprendizaje remarca los efectos de las experiencias negaÂtivas en el área sexual: un muchaÂcho que fracasó en su erección o eyaculó precozmente en el dÃa de su debut (en una situación vivida como agresiva, violenta o humillante) o padeció ansiedad por el rendimiento ante el acto, podrá repetir esos episodios al asoÂciar encuentros sexuales posteriores con aquellas escenas traumáticas. Enfermedades psiquiátricas Es un hecho que muchas disfunciones sexuales pueden estar asociadas a alteraciones psicopatológicas francas en lo que se da en llamar comorbilidad, o sea la asociación de distintas patologÃas (p. ej: una depresión se puede asociar con fobias, una fobia se puede asociar con una impotencia, una eyaculación precoz con un cuadro de ansiedad generalizada). Veamos cuáles son los cuadros psiquiátricos que más pueden asociarse con disfunciones sexuales femeninas y masculinas:
Obviamente que, en estos casos, hay que tratar además la enfermedad psiquiátrica con la medicación adecuada y relacionar la aparición del sÃntoma sexual con estos cuadros: si empezó antes o durante, si después de instaurar algún psicofármaco, si coincide con alguna situación de crisis. Debemos destacar que muchos de los fármacos utilizados para estos cuadros (algunos antidepresivos y antipsicóticos, Litio) pueden dar retardos orgásmicos y eyaculatorios, disminución del deseo, impotencia. BASES BIOLÓGICAS DE LA ANSIEDAD La estimulación del sistema nervioso autónomo causa diversos sÃntomas:
Estos sÃntomas son producidos por una excesiva actividad adrenérgica. Un hecho a destacar es que los cuadros de estrés crónicos suelen dar aumentos de la prolactina y cortisol. Es un hecho observable en la clÃnica sexológica que la suba de la prolactina es una de las causas de la inhibición o disminución del deseo. La asociación de terapias breves, que centran su foco en las dificultades sexuales, en acción conjunta con medicaciones y suplementos especÃficos permiten la resolución de las disfunciones sexuales, mejorando la calidad de vida, levantando la autoestima y dando mayor placer a la vida. * Dr. Adrián Sapetti- Psiquiatra. Sexólogo clÃnico. Director del Centro Médico Sexológico. Internacional Member of the American Psychiatric Association (APA). Presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). |