Parafilias (Parte III) | ||||||||||||||||||||||||||||
Por Andrés Flores Colombino Cuadernos de SexologÃa Nº 7, 1988 PSICOPATOLOGIA DE LAS PARAFILIAS En tanto la parafilia es una trasgresión, una infracción, también es un sÃntoma psicopatológico. Sin embargo como capÃtulo psicopatológico tardó mucho en iniciarse y lo hizo mucho más tarde que el de otras alteraciones psÃquicas. Era un tema poco abordado en la enseñanza de la Medicina y el Derecho. "No obstante ello", dice Saurà (50), "lo perverso (parafÃlico) participa del proceso de personalización al mismo tÃtulo que lo psicótico, lo neurótico y lo psicopático". El psicoanálisis fue la escuela que estudió más profundamente la psicopatologÃa de las parafilias -perversiones según su lenguaje-. En 1905, Freud (22) clasificaba las "aberraciones sexuales" de acuerdo a las desviaciones del objeto sexual y por las desviaciones del fin sexual. Más tarde, la sexualidad infantil es presentada como caracterizada por una gran cantidad de pulsiones parciales, como ver, oler, mostrar, golpear, morder, etcétera, surgidas de diversas zonas erógenas como la boca, el ano, la piel en general, los genitales. Por un largo proceso, las pulsiones parciales se subordinan a la primacÃa genital. Pero si el mismo fracasa, las pulsiones parciales compiten con el impulso genital y ocupan su lugar. En las perversiones, la pulsión parcial dominante se exterioriza libremente. En cambio, en las neurosis queda reprimida y aparece el sÃntoma. De aquà deriva el conocido aforismo freudiano de que "la neurosis es el negativo de la perversión". Sobre la base de la teorÃa de la libido formulada por Freud y Karl Abraham, las perversiones se explican como procesos de fijación y regresión a los niveles pregenitales del desarrollo (oral y anal). Nuevos estudios de Freud demostraron que la sexualidad infantil y las pulsiones parciales dominantes no llegaban hasta la adultez sin represión, sobre todo a nivel del Complejo de Edipo. Ya no se habla de que la neurosis es el negativo de la perversión y viceversa. Fenichel (18) en 1945 continúa esta lÃnea teórica y plantea que "la perversión es una técnica defensiva para eludir la angustia de castración y el sentimiento de culpa incestuosa de la fase edÃpica con el fin de alcanzar el orgasmo genital". Incluye a las perversiones entre las neurosis impulsivas, al igual que más tarde Bleger y colaboradores (8). Profundizando en la psicopatologÃa, Karpman (30) ha afirmado que existirÃan las neurosis parafÃlicas, a las que Fenichel denomina -como vimos- neurosis impulsivas, que provienen de las mismas fuentes que las neurosis ordinarias, pero formando un grupo propio, preciso y diferenciado; que a partir de ese desarrollo común, se produce una diferenciación como consecuencia de un hecho: el neurótico enfrentado con un problema sexual y emocional, reprime la tendencia sexual prohibida y la exterioriza mediante trastornos psicosomáticos o de otra conducta socialmente inocua; en cambio, el parafÃlico no puede reprimirla e incurre en una conducta simbólica poco disimulada. Como su forma de expresión ha sido inhibida por un monto mucho menor de represión, es mucho más fuerte que el instinto sexual normal, buscando, en forma impulsiva, la ratificación de una urgencia que al parecer es insaciable. Las neurosis son más plásticas y móviles y las parafilias impresionan por su rigidez e inmutabilidad. Hans Sachs en 1923 afirmaba que la perversión es solo la parte consciente de un sistema de hechos reprimidos. "La diferencia entre perversión y neurosis radica más bien en que el sÃntoma neurótico es egodistónico (extraño al individuo), mientras el sÃntoma perverso es sintónico con el Yo, y se acompaña de una descarga de placer en forma de orgasmo genital. La egosintonÃa de los actos parafÃlicos es común con la de los actos psicopáticos, psicóticos, los adictos a las drogas y los caracteriales. Pero a diferencia de ellos, el acto parafÃlico se acompaña siempre de una descarga genital y esto lo destaca clÃnicamente del resto", dicen Etchegoyen y Arensburg (17). Afirma Chazaud (11) que "mientras el neurótico tiene con la sexualidad únicamente relaciones sustitutivas, y se presenta en el plano consciente como suficientemente "desexualizado", el sÃntoma parafÃlico aparece siempre como directamente sexual. Las actividades parafÃlicas se cumplen con la finalidad explÃcita de alcanzar el goce sexual, y para eso apuntan desde cualquier aspecto. En el instante del acto, el parafÃlico está de acuerdo con su impulso. Este es el escándalo". Freud (22) afirmaba que "el sentimiento de felicidad experimentado al satisfacer una pulsión instintiva indómita, no sujeta a las riendas del Yo, es incomparablemente más intenso que saciar un instinto dominado". Pero este placer asà anunciado no fue confirmado por todos los autores. Los perversos (parafÃlicos) no gozan como ellos creen, sino que se autoengañan por idealización y otros mecanismos de defensa. La supuesta liberación constituye el sometimiento a un Superyó sádico, que engaña al Yo como en toda reacción manÃaca, como lo afirmaba Garma, citado por Yampey (54). De allà que los asà llamados psicópatas sexuales, que no mantienen en la intimidad sus preferencias y las viven con caracteres antisociales y criminales, tienen con las parafilias sólo diferencias de grado, no de naturaleza. Dice Karpman (30) que aún el criminal sexual, portador de una parafilia o varias, es raro que sea portador de una psicopatÃa o "personalidad psicopática" o trastorno de la personalidad, en términos psiquiátricos actuales. PsicopatÃa y parafilia provienen de fuentes diferentes, dice, mientras neurosis y parafilias tienen fuentes semejantes. Termina afirmando que todos poseemos algunos elementos neuróticos, parafÃlicos y de psicopatÃa sexual, y deberÃamos saber que en cada uno de nosotros duermen, agazapados, los elementos que pueden determinarlas. Al disgusto y al espanto con que reaccionamos ante las parafilias, deberÃamos dar un paso de mayor comprensión. Sin embargo, Alonso Fernández (1) dice que "el ser sexualmente extraviado no contiene valencias neuróticas de cierta especificidad", aunque reconoce que es frecuente en ellos la neurotización secundaria por la Ãntima tragedia personal producida por el hecho de no poder resistir el embate de sus impulsos sexuales desviados. De allà los frecuentes cuadros depresivos y reacciones y desarrollos paranoides por parte de los neurotizados, poseÃdos por el temor de incurrir en actos aberrantes. Este mismo autor señala que las parafilias "por antonomasia es un fenómeno psicopático". Aunque con caracterÃsticas diferenciales de las psicopatÃas comunes, pues no siempre están ausentes los sentimientos amorosos ni siempre presente la destructividad. Para Bleger (8) lo perverso (parafÃlico) se tratarÃa de una parte inmadura de la personalidad, un "núcleo aglutinado", que despliega sus identificaciones múltiples con distintas fantasÃas, ante la parte más madura de la personalidad, la cual queda sometida durante el episodio perverso a aquel núcleo psicótico, para recuperarse después. Por eso, la perversión (parafilia) no se trata sólo de una distorsión o aberración de la sexualidad, sino de una ficción de sexualidad o genitalidad, que se emplea con el fin de controlar aspectos psicóticos, de evitar o prevenir la disgregación psicótica. Isabel Boschi (9) dice que cuando se desempeñaba como terapeuta de "familia con un miembro psicótico o autista", halló entrecruzamientos entre situaciones que parecÃan poco modificables que la psiquiatrÃa califica de "conductas psicóticas" y la sexologÃa de "conductas parafÃlicas". Encuentra en ellos cuatro procesos semejantes: 1º) Nos interrogamos sobre la preponderancia e interrelación entre lo pre y postnatal; 2º) Los contextos familiares no llegan a favorecer un equilibrio entre los procesos de diferenciación y pertenencia que favorezcan el desarrollo individual; 3º) Prevalece el mandato "deber ser" sobre el placer; y 4º) Las estructuras de crianza familiar son rÃgidas, poco flexibles, pobres en matices afectivos. Rosolato (49) por su parte dice que en el parafÃlico predomina un hedonismo que marca el fracaso del principio de realidad frente al principio del placer y desde una posición en que la ilusión narcisista impera en su vida sexual, el parafÃlico crea, a partir de la renegación (reprobación), una legalidad particular, que relacione deseo, placer y ley de un modo tal que "el placer es signo de que la ley es su deseo". Este deseo subvierte el orden simbólico instaurado por el complejo de Edipo. El parafÃlico crea una sexualidad que escapa a las reglas del lenguaje del sexo y se constituye en un discurso sexual privado, que suprime todas las diferencias que podrÃa sacar al sujeto del mundo imaginario, en el sentido de Lacan. El mundo externo del parafÃlico revela un ligamen narcisista, con lo que no hay diferencia entre objeto y sujeto, y el objeto es afectivamente indiferente para el sujeto parafÃlico, que lo desvaloriza y usa para sus fines. Clavreul (10) afirma que existe un desconocimiento de la intención del otro y cada uno de los integrantes es un mero juguete que consiente. La imprecisión conceptual y clasificatoria procede, en parte, del hecho de que las parafilias representan actuaciones, comportamientos impulsivos que implican al ambiente inmediato. Difiere de otras actuaciones porque suelen ostentar una fachada que encubre el propósito cruel y desnaturalizador que lo vincula con la psicopatÃa. Meltzer (36) dice que la actuación perversa (parafÃlica) consiste en alterar lo "bueno" para convertirlo en "malo", aunque conservando la apariencia de bueno. La discusión de si las parafilias son neurosis especiales o trastornos de la personalidad o psicopatÃas, fue resuelta en la Clasificación de Enfermedades Mentales de la Asociación psiquiátrica Americana, pues aparece en el capÃtulo de los Trastornos psicosexuales o Trastornos sexuales y de la identidad sexual, como un subcapÃtulo aparte y bien diferenciado, con el Código F65.
CAUSAS DE LAS PARAFILIAS No se han establecido causas demostradas de parafilias, pero "es indudable, dice Karpman (30), que ellas derivan de la atmósfera familiar y social enferma en que se desarrolla el niño". El mal manejo por parte de los padres de la ingenua curiosidad sexual infantil y de los juegos sexuales de los mismos, tratados con represión enfermiza, evasiones, racionalizaciones y prohibiciones estrictas, cierra el camino a un desarrollo sexual normal, e inclina al niño a manifestaciones parafÃlicas. La ignorancia que preserva la inocencia es una falacia perniciosa que ha traÃdo muchos males a la humanidad, entre ellos, las parafilias. Enfrentar la sexualidad con inteligencia, amplitud, apertura y naturalidad, previene las parafilias. Un hecho interesante es que los parafÃlicos provienen de familias en que no se han dado otros casos de sexualidad parafÃlica. Es decir, no se hereda. Tampoco se aprende por imitación, sino por proscripciones y represiones irracionales que cierran caminos normales y abren otros vicariantes, anómalos, inhabituales, extravagantes, elegidos entre el rico y variado repertorio de nuestro capital originario infantil. Si es verdad lo que afirmaba Freud que el niño es "un polimorfo perverso", allà está la cantera de la parafilia. "Todos somos como Jekyll" -dice Kolosimo (31)- "pues en cada hombre bien formado por la educación, convive esa flor y nata de los pÃcaros que es el hombre de los instintos primarios". Las parafilias nacen en la infancia y la primera adolescencia, edad en que los "deseos secretos" son inevitables, aunque podrÃan dejar de serlo si educáramos por el diálogo y el conocimiento de estas posibilidades. No existe ninguna teorÃa que explique todos los casos de parafilia, o todas las parafilias en su conjunto. Pero las teorÃas existentes son válidas para determinados casos. Recorramos algunas de esas teorÃas que poseen mayor predicamento en el campo clÃnico. 1. Experiencias accidentales. Tiefer (51) señala que las experiencias accidentales vividas por el niño y el adolescente pueden ser definitivas en la psicogénesis de las parafilias. "Por ejemplo" -dice- "un bebé puede excitarse sexualmente al ser tocado en los genitales durante el cambio de pañales, y tal acontecimiento puede coincidir con la mirada de una mujer de largos cabellos plateados. En su adolescencia, el muchacho se masturba y fantasea con cabellos plateados, dotándolos de muchas asociaciones eróticas. La combinación habitual del pensamiento de los cabellos y la excitación se vuelve tan fuerte, que la persona puede llegar a dudar de su capacidad de desempeñarse sin ella". Esta experiencia o instancia de excitación, con ser única, puede ser suficiente. Pero en otros casos debe ocurrir constantemente para provocar la fijación. "Es muy probable" -dicen Money y Ehrhardt (37)- "que estos años tempranos sean de fundamental importancia para sentar las bases de los precedentes de todas las parafilias, si bien aún no es posible definir de modo más explÃcito el efecto a largo plazo de las experiencias eróticas sobre la función psicosexual y erótica definitiva." 2. Las experiencias infantiles repetidas. Tales como ser vestidos con ropas del otro sexo por sus padres que esperaban tener un hijo del sexo contrario, o por las niñeras; el mirar los genitales de los adultos o las actividades sexuales o de excreción, asà como la ridiculización de sus genitales por pequeños o feos, o de sus capacidades eróticas, se reviven en la adultez joven con formaciones parafÃlicas sorprendentemente elocuentes. Las humillaciones o castigos fÃsicos de los padres a los hijos, trocadas en agresiones sádicas, o masoquistas, asà como la urolagnia o erotización de la micción, o la clismafilia o erotización del enema, o incluso el travestismo, son formaciones que compensan su vergüenza o humillación anterior. La parafilia permite conquistar y superar la ansiedad vivida en la infancia. Pero como dicen Money y Ehrhardt (37) "niños en los que la experiencia sexual ha sido impuesta por un compañero de juegos de más edad o por un adulto, pueden no manifestar forzosamente efectos deletéreos a largo plazo, en especial si las consecuencias de la experiencia son sensatamente manejadas por los adultos". Concluyen que "parece lÃcito afirmar que los fundamentos de la normalidad o anomalÃa sexual como las parafilias parciales o completas, se establecen mucho antes de la pubertad hormonal. Esta última sólo establece el grado de despertar con respecto a una imagen que ya está previamente determinada por tener cierto grado de potencia evocadora". Money (38) resume afirmando que las parafilias obedecen a un polideterminismo secuencial multivariado. 3. Las fantasÃas sexuales de la masturbación adolescente. Suelen tener una gran importancia en la aparición de las parafilias, cuando esas fantasÃas poseen un contenido que las favorece, como las de exhibicionismo o voyeurismo, de travestismo. Los contenidos sexuales sádicos y masoquistas son bastante frecuentes como temática de todas las fantasÃas experimentadas por las personas. La rigidez, la limitación estrecha de la fantasÃa en un espectro de respuestas e imágenes poco convencionales, suele ser una constante del futuro parafÃlico. 4. La búsqueda adulta de experiencias nuevas. El individuo sometido a una intensa represión sexual en la niñez y juventud, ya en la adultez, puede buscar aventuras sexuales, vivir experiencias variadas que salen de las fronteras permitidas, como un acto de libertad o de liberación. Se puede experimentar con la bisexualidad, el uso de artefactos, el cambio de parejas y todo ello puede no traer consecuencias en su vida sexual. Pero la práctica del sexo en grupo, de mirar el coito de otros, o exhibirse ante personas conocidas primero, y luego desconocidas, prácticas sadomasoquistas y otras, pueden poner de manifiesto la existencia de una disposición a las parafilias, que de otra forma no se hubieran manifestado. Además, pueden llegar a tener un carácter adictivo: una vez traspasada la barrera, de cometida la trasgresión con el placer consiguiente, queda insaciado. Dice Michel Foucault que el perverso (parafÃlico) no se sacia nunca y esta insaciabilidad también es erotizada. Estas eclosiones tardÃas de las parafilias se caracterizan por la necesidad que tienen de codificar su actividad, y se conocen casos en que se redactan contratos que los unen a sus compañeros sexuales. "La trasgresión franquea una y otra vez una lÃnea que luego se disuelve inmediatamente en el olvido, retrocediendo asà de nuevo hasta el horizonte inalcanzable. Pero para aquellos cuyo interés en el sexo es `pura curiosidad´-dice Tiefer (51)- y no proviene de ningún conflicto psicológico, la experimentación en última instancia se vuelve auto-limitante". 5. Otras causas. Money (38) ha recopilado una serie de observaciones comunicadas por neurólogos que hallaban una relación entre la epilepsia del lóbulo temporal y algunas parafilias, como el fetichismo y el travestismo compulsivos, que mejoraron con tratamiento antiepiléptico o con electroconvulsoterapia. Se trataba siempre de pacientes varones, y se acompañaba de una sexualidad grosera y desinhibida. Sus conductas equivalen a fugas epilépticas o estados crepusculares incoercibles. Como hay casos que mejoran con litio o antidepresivos o reguladores del humor, también se ha planteado la posibilidad de que las parafilias estén vinculadas con ciclos manÃaco-depresivos heredados. Y los casos de hiperandrogenismo en que la testosterona esté muy elevada, también se mencionaron como posibles causas de parafilias, que mejoran con el tratamiento con antiandrógenos. Los mecanismos según las escuelas. En suma, el psicoanálisis señala el origen de las parafilias en una experiencia traumática única o repetida por fijación en el Complejo de Edipo y sirven para negar la posibilidad de la castración. La teorÃa de la conducta las considera el producto de un aprendizaje incorrecto, a través del mecanismo del "modelado" o "imprinting" de los etólogos, por experiencias sexuales del periodo de diferenciación sexual y de la pubertad. Desde una perspectiva sistémica, la definición de Isabel Boschi (9) dice: "Parafilia egosintónica es una construcción particular centrada en las conductas sexuales, organizada en forma de estructuras autÃsticas, por las que la comunicación con el mundo externo parece interferido por tenaces mecanismos de mantenimiento de un mundo cerrado." Money (38) señala que en la Universidad de Pensylvania se planteó la hipótesis del "aprendizaje por oposición" para los parafÃlicos, en que de la aversión inicial a los actos parafÃlicos, se pasa progresivamente a una metamorfosis y se tornan adictos a esas prácticas. Y es probable que la liberación de opiáceos fisiológicos en el encéfalo, como las endorfinas, sea responsable de este cambio.
CLASIFICACIONES DE LAS PARAFILIAS Cada autor propone una clasificación diferente, aun después que Freud, basado en las publicaciones de Krafft-Ebing, Moll, Moebius, Havelock Ellis, Schrenk-Notzing, Löwenfeld, Eulenburg, Iwan Bloch y Magnus Hirschfeld, propuso el ordenamiento de las "aberraciones" de acuerdo al objeto y al fin sexual desviado. A partir de estas clasificaciones iniciales, donde cabÃa toda actividad sexual que no fuera la penetración del pene en la vagina de dos adultos de mediana edad, han aparecido nuevos ordenamientos, aunque las desviaciones sexuales descriptas parecen no haber variado con el tiempo, excluidas la masturbación, la homosexualidad y el sexo oral o el sexo extraconyugal. La clasificación que tomamos de Quijada (44) en 1983, incluÃa 84 parafilias. El DSM IV de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana (4) de 1995 solo comprende 8 parafilias tÃpicas y unas 7 no especificadas. Comencemos por la última, que es la que está vigente, y luego haremos un poco de historia con las anteriores.
El código F.65 tipifica a todas las parafilias en el DSM IV. Como internacionalmente se sigue utilizando el DSM III para el diagnóstico de las enfermedades mentales, a la derecha se incluye el código numérico de 302 que utilizó aquella clasificación. Entre 1983 del DSM III a 1995 del DSM IV no han habido inclusiones ni exclusiones de otras parafilias, pero el frotteurismo pasó a ser una parafilia tÃpica y la zoofilia una no especificada, cuando en el DSM III era a la inversa. El trasvestismo del DSM III pasa a ser fetichismo trasvestista en el DSM IV. Otra Clasificación interesante toma la que diferencia las parafilias en aquellas que se producen por desviación de objeto sexual elegido y por desviación de acto sexual mismo.
A esta clasificación se llegó después de haber eliminado de la misma a la masturbación, que se consideraba una desviación de objeto y de acto, pues se elegÃa a sà mismo como objeto y no se practicaba el coito. A la homosexualidad, que se consideraba una desviación de objeto, pues se elegÃa a una persona del mismo sexo, pero siguió apareciendo como "Otros trastornos psicosexuales", sólo en su forma de homosexualidad egodistónica desde 1973. En ese año en que fue eliminada la forma de homosexualidad egosintónica de la Clasificación de Enfermedades Mentales, hasta en 1987, año de vigencia del DSM III y en que el DSM III R ya no incluyó ninguna forma de homosexualidad como enfermedad psiquiátrica. También se eliminó la gerontofilia, o preferencia patológica por personas mayores de 60 años, dados los adelantos de la ciencia para el mantenimiento de la salud de los gerontes. También dejaron de considerarse, por su baja incidencia estadÃstica, a muchas parafilias cuya existencia se reconoce. Incluso algunas de estas son formas de presentación de las parafilias especÃficas o no especÃficas. Pero hay otras que son prácticas sexuales inhabituales, extrañas y hasta grotescas, pero que no revisten el carácter diagnóstico de parafilias, sino simples preferencias que mantenidas en la intimidad del individuo o la pareja, no causan perturbación alguna, ni poseen carácter compulsivo o exclusivo. Algunos pares de parafilias se consideran polos de un mismo trastorno psicopatológico, como el voyeurismo y el exhibicionismo, formas de erotización de la mirada; el sadismo y el masoquismo sexual, formas de erotización del dolor. Hay otra Clasificación efectuada por Money (38) para las parafilias, quien las ordena en seis categorÃas: 1ª) Parafilias de expiación y sacrificio: Masoquismo sexual y sadismo sexual. Cometen sus depredaciones hasta que son descubiertos y castigados. Antes de estudiar cada una de las parafilias especÃficas y no especÃficas, mencionaremos -ya que no volveremos sobre ellas-, a las parafilias poco comunes, que ni siquiera son mencionadas en el DSM IV. Son: Braquiproctosigmoidismo: PatologÃa en el método en el cual se administra el estÃmulo sexual: introducción de la mano, hasta el antebrazo, a través del ano. (Bianco) (7)
* Dr. Andrés Flores Colombino
BIBLIOGRAFIA 1.Alonso-Fernández, F.: TRASTORNOS Y ABERRACIONES SEXUALES, En su: "Fundamentos de la PsiquiatrÃa actual", T.2., p.107-129, Paz Montalvo 3ª, Madrid, 1977. |