La droga y la contracultura de los años ´60 |
"The Sixties, Years of Hope, Days of Rage" (Los sesenta, años de esperanza, dÃas de rabia) Tod Gitlin, Nueva York, 1987) por la Licenciada Liliana Vázquez vazbar@fibertel.com.ar Si tuviéramos que situar la irrupción de la droga, en forma masiva, en el siglo XX dirÃamos que, la década del 60, marca el hito fundamental de su aparición. Una sociedad, la norteamericana, que atravesaba la postguerra, con su dejo de triunfalismo y su espÃritu puritano, proclamando el "American Way of Life ", ve nacer una nueva expresión literaria con la "Beat Generation ". Los escritores beats como Burroughs, Corso, Ginsberg o Kerouac, desarrollan una nueva forma de expresión donde todo aquello que produzca efectos sobre los sentidos, llámese anfetaminas, LSD, marihuana, alcohol, constituye un proyecto explÃcito de protesta contra los valores preestablecidos de la sociedad capitalista. El consumo de drogas es también un medio de consolidar un lugar y de desprenderse de cánones sociales inmersos en prácticas ritualistas conservadoras; ante todo, se trata de una transformación cultural. Una nueva modificación de la sensibilidad, que la complicidad con los trastornos de la quÃmica no hará sino acrecentar durante el siglo. La literatura, comienza a expresar el cambio de la figura de la droga como medio de actuar sobre sà mismo, y como una forma de protesta a las convenciones sociales existentes. Diferentes crÃticos señalan de esta escritura beat que es un flujo ininterrumpido, desde el fondo del espÃritu, de ideas y palabras que soplan sobre las imágenes; no hay periodos que separen las frases, ridÃculas puntuaciones, sino vigorosos blancos, que separan las respiraciones retóricas. No hay selectividad de la expresión, sino aceptación de las asociaciones libres producidas por la mente en un mar ilimitado, nadando en un océano, sin otra disciplina que los ritmos de la respiración retórica y de las puntuaciones como un puño que golpea sobre la mesa. Los textos parecen describir "viajes" plagados de velocidad e imágenes superpuestas, homologables a las experiencias con LSD, que describÃan un viaje interior y que, para la época, era publicitado como un paso más en la larga serie de progresos tecnológicos que conducirÃa, a la humanidad, a la felicidad. Al término de este "viaje", el "Yo" se borra y, como escribe Burroughs, "la identidad se desvanece en un espacio vacante". En "In extremis, no message", Burroughs sostiene: "el último "flash" es una iluminación bajo forma de gran blanco, suma del espectro cromático, pero del cual, al dÃa siguiente, ya no queda más nada -salvo lo que ya estaba allà -". Escribo poesÃa porque mi mente se contradice a sà misma, un minuto está en Nueva York, al otro minuto en los Alpes Dináricos. Escribo poesÃa porque mi cabeza contiene 10.000 pensamientos. Escribo poesÃa porque ninguna razón, ningún por qué. Escribo poesÃa porque es la mejor manera de decir todo lo que tenés en mente en 6 minutos o durante el transcurso de una vida. Improvisación en Beijing. A. Ginsberg. Demando que la raza humana cese de multiplicar la especie saluden con una reverencia, se retiren. Ese es mi consejo. Y como castigo o recompensa por realizar esta petición renaceré el último de los humanos oraré, lloraré, comeré, cocinaré... Y una mañana ya no me levantaré de mi estera Poema -Jack Kerouac La generación beat desarrolló un estilo poético que habilitaba una visión renovadora del mundo y de las cosas, a la vez que comprometÃa la palabra en los movimientos sociales, que caracterizaron la década del sesenta. Su vinculación con la droga, sirvió para vehiculizar la protesta y luego como la posibilidad de producir un diagnóstico, donde se la situaba metafóricamente en el mismo lugar de poder y devoración, a la droga que a la cultura capitalista que combatÃan. En el decir de William Burroughs: "La intoxicación- el "mono" que se aferra al cuerpo del drogadicto - es como la implantación de un "parásito" extraño que termina por poseerlo y devorarlo, bajo la triple forma de la droga, por cierto, pero también de la sexualidad y el poder". HabÃa llegado al término de la blanca ...Desde hacÃa más de un año no me habÃa bañado ni me habÃa cambiado de ropa. Ya ni siquiera me desvestÃa - salvo para plantar a cada hora, la aguja de una jeringa hipodérmica en la carne gris y fibrosa, carne de madera del estadio final de la droga. FestÃn desnudo, W. Burroughs. El proceso, denominado Contracultura, en cuyo sesgo se difundieron las sustancias alucinógenas en Occidente, sitúa una relación particular con la droga, ligándola a la utopÃa de una generación, concluyendo que de la experiencia psicodélica se extrae lo que se invierte. Cuando Ginsberg afirma que "la otra realidad que nos ilumina es una producción de nuestra mente" coincide con lo que afirmaba Baudelaire muchos años antes, en relación al hachÃs, que "éste no revela al individuo más que el individuo mismo". Escribo poesÃa para retratar con precisión mi propia mente. A. Ginsberg (Beat Generation) Referencias bibliográficas: "FestÃn desnudo", W. Burroughs "Paisajes Mentales de la droga". P. Yves Petillon "ParaÃsos Artificiales", C. Baudelaire |