Temor al fracaso en los varones (Parte II)* | |||
Hay otros casos donde lo que impera es el temor al éxito, es decir que la persona -tanto varón como mujer- teme permitirse un orgasmo desenfrenado o una entrega total sin inhibiciones. La mujer piensa que su pareja la verá como a una mujer de mala vida y el varón teme ser considerado un sátiro, un perverso o, en el otro polo, quedar a merced y cautivo de la mujer. Al pasar el umbral de los 40 muchos hombres lo sienten como un condicionante psicológico negativo que, sumado a los cambios fÃsicos, suele ser disparador de conflictos. Por atravesar esta década se sienten verdaderos fracasados y comienzan una etapa de balance donde el resultado lo perciben netamente desfavorable, aunque hayan tenido éxito en sus vidas: les pesan las cosas que no consiguieron, las oportunidades que creen haber perdido, la fortuna que no lograron ni lograrán. Comienzan a conectarse con la idea de su propia muerte -la castración por excelencia- siendo conscientes, por primera vez, de su finitud, lo que se agrava si han muerto sus progenitores; un paciente, luego de morir su padre, me decÃa: "hasta la muerte de mi viejo jamás habÃa pensado que yo también me iba a morir, sÃ... sabÃa que yo era mortal, pero desde lo teórico; ahora lo siento encarnadamente, tengo la certeza de que eso me va a ocurrir, y me da miedo". Todo esto lleva al varón a una crisis -la llamada de la mediana edad de la vida-donde la libido puede verse afectada sintiéndose amenazado por el temor de fracasar sexualmente. Después de los 50 el porcentaje de fracasos, considerados estos como la imposibilidad o dificultad de lograr un coito satisfactorio, es sensiblemente mayor. Lo que ocurre es que en esa etapa la erección tarda más en conseguirse, son muchas las veces donde no se consigue o necesita más estÃmulo directo para alcanzarla. Una vez que eyaculó requiere de perÃodos de tiempo más prolongados para volver a erectar. El individuo que acepta estas limitaciones buscará disfrutar más de los juegos preliminares, asà como de otras variantes sexuales. Mientras que otros comenzarán a hacerse planteos existenciales: "¿no entiendo cómo vino a pasarme esto justo a mÃ?, ¿qué me pasará que ya no funciono como antes?", son las preguntas habituales. Pero una adecuada orientación permitirá aceptar el paso del tiempo y comprender que crisis existenciales y emocionales, exigencias elevadas del desempeño masculino, depresiones y pérdidas, tanto como la diabetes, la secuela de muchos años de tabaquismo, los problemas arteriales, la hipertensión, ciertos medicamentos, por citar sólo algunos ejemplos, explican la aparición de determinadas dificultades erectivas. El miedo al fracaso puede manifestarse no solamente como temor a la mujer desde el punto de vista corporal, sino como una manera de eludir compromisos afectivos. Algún tipo de disfunción a la hora del coito es una manera de cortar una relación y de esa manera evitar responsabilidades. Hay varones que también temen a las mujeres con mucha iniciativa, que son maduras y por ende abiertas a una propuesta interesante o inteligente por parte del compañero; éste piensa que no podrá satisfacerla y eso lo acobarda. Si alguien vive obsesionado por el temor a fracasar, a no rendir frente a una mujer, se convierte en un ser evasivo, que no incita a su pareja a hacer el amor y, cuando ella lo hace, siempre está cansado o lo posterga para más adelante. Uno de los mitos que se escuchan seguido es que todo individuo vital, enjundioso, ganador en la vida, también tiene que serlo en el terreno sexual. Es falso, no existen leyes al respecto. Es más, el estrés que pueden sufrir las personas que están en la cresta de la ola, puede llevarlos a que no funcionen satisfactoriamente.
El miedo no siempre es confesado por quienes lo sienten, aunque a veces el poder verbalizarlo permite exorcizar los fantasmas. Todo varón puede tener, aunque sea excepcionalmente, problemas en la erección o en el deseo. Nosotros hablamos de una verdadera disfunción erectiva cuando las fallas superan un 25 % del total de los intentos. De todas maneras entendemos que los cuadros de impotencia constituyen una de las situaciones más dolorosas que afectan a los hombres. Para la gran mayorÃa la erección es sinónimo de capacidad para practicar o disfrutar el acto sexual. Por eso la pérdida transitoria o repetida de la rigidez es considerada como señal de declinación y un estigma para la virilidad.
Por ello, cuando alguien se obstina en el momento donde siente que está tenso y supone que no va a funcionar, es mejor: · No insistir: cuando hay una vivencia de miedo, tensión o ansiedad (con sensación de nerviosismo, manos sudorosas, frialdad) se produce un tono adrenérgico ya que el organismo segrega adrenalina. Justamente esta substancia es la que produce la pérdida de la erección por la contracción vascular que genera; entonces mientras persista ese estado: no insistir. · Es preferible realizar alguna técnica de relajación, darse un baño, hacerse masajes, leer un poema o ver una pelÃcula erótica. · En esos momentos siempre es mejor interrumpir: no hay que aliarse con el sÃntoma. · Puede ser un eficaz recurso distraerse con una fantasÃa o recorrer con la mirada el cuerpo de la compañera antes que observar "al enano que se negó a funcionar" (palabras escuchadas en mi consultorio). · Recordar aquel axioma, que repiten algunos pacientes, que dice: "más la busco, menos la logro y cuando menos la espero, aparece". Lo que nos recuerda aquella frase de Picasso cuando decÃa: "yo no busco, encuentro". El miedo al fracaso engendra el fracaso, enfrentar los miedos de una manera racional y sensata nos indica el camino de la solución, contra el oscurantismo, los mitos machistas y las sobreexigencias desmesuradas de los varones.
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