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un hombre macho no debe llorar

Un hombre macho no debe llorar

Toulouse Lautrec - "Retrato de M. Henry Samary"Se ha estrenado un film norteamericano independiente Boys don´t cry (1999) (¿recuerdan la canción del grupo The Cure?). Dirigido y escrito por una mujer, Kimberly Peirce, tuvimos la oportunidad de verlo con gran emoción en el festival de Cine de Mar del Plata / 99.
Es la historia sobre la breve existencia de una joven, Teena Brandon, violada y asesinada en 1993. Uno ya supone al empezar el film que Los chicos no lloran tendrá un final poco feliz, pero el impacto emocional supera lo esperable.

Esta película se basa en hechos reales sucedidos en EE.UU. Teena Brandon, nacida mujer, se siente varón y se presenta como Brandon y no se considera un caso raro de patología sexual: es una chica solitaria que prefiere ser muchacho, poder juntar dinero para operarse, que se hace cortar el pelo muy corto, se pone una media abajo del calzoncillo para simular los genitales masculinos, se venda los pechos para aplastarlos y se lanza a la vida.

En todo caso con pocas ventajas en un mundo discriminador, violento y sexofóbico. No se considera un transexual, ni una lesbiana, ni una travesti, ni quiere categorizarse como una mera crisis de identidad sexual. Para quien desee saber más de este caso les cuento que hay un documental del año 1999, The Brandon Teena Story, donde están registrados los hechos dramáticos de esta vida.
Roger Ebert en The Chicago Sun- Times nos dice: El sexo era más interesante cuando sabíamos menos sobre él, cuando procedíamos a partir de impulsos difusos más que desde la simple familiaridad. La intrigante frontera entre los géneros debió haber sido mucho más seductora cuando era vista como una oportunidad y no como una patología. Una de las muchas virtudes de “Los chicos no lloran” – una de las mejores películas del año – es que ni siquiera una vez  usa la fatigada frase “Soy un hombre atrapado en un cuerpo de mujer”. Su lema podría ser, en cambio, “Las chicas sólo quieren divertirse” (ser felices y amar, agrego yo)....”Los muchachos no lloran” es una especie de Romeo y Julieta en Nebraska. Brandon no es la persona más inteligente del mundo, no tiene conciencia clara de los peligros que corre, pero es una de las más amables y pronto se enamora de una chica. Para ella es el primer buen chico que ha conocido... Este film es acerca de vagar en estaciones de servicio o en pistas de patinaje, yacer tirados en un sofá mirando la TV con ojos irritados, tener trabajos que pulverizan el alma, fumar, perder el tiempo en bares... En esa devastación, que es todo lo que Lana conoce, aparece Brandon y le regala una flor...¿Sabe Lana que Brandon es una chica? Por cierto, desde algún momento hay un instante en el que se sabe y al mismo tiempo no, porque no se quiere saber; el romance se construye sobre una ilusión y cuando amamos a alguien, amamos la ilusión que han creado para nosotros”.
Este film nos hace reflexionar que en un mundo donde imperan la violencia, la delincuencia, la descomposición familiar, el alcoholismo, la discriminación y el racismo, la amenaza no es una persona como Teena Brandon que busca su lugar en el mundo con ojos frescos de joven. Así, es una víctima, un cordero sacrificial para levantar la autoestima, la sexualidad tambaleante y el machismo violento de sus dos asesinos (uno de los cuales está condenado a la pena de muerte y el otro a cadena perpetua).
Boys don"t cry es un bello gran film, con una interpretación insuperable y conmovedora por parte de Hilary Swank, candidata al Oscar, con justicia, por su creación de un personaje que se hace querer por los espectadores sensibles.
Es una película con grandeza, que contó con el apoyo del Sundance Institute -que dirige Robert Redford-, donde todo está justificado y resulta creíble, no hay regodeo estético, con una excelente banda musical que pinta duramente el mundo joven de hoy.
Sexofóbicos, discriminadores y prejuiciosos sentirán tal vez que la inmolación de Teena por algo será. Para otros será un film emocionante que les tocará todas las fibras, haciéndoles reflexionar y sentir que lo mejor de todas las cosas es poder aceptar la diferencias de nuestros semejantes, en un marco de cariño y paz.