CAUSAS PSICOLÓGICAS DE LAS DISFUNCIONES SEXUALES * PARTE 6 |
Huaco de la cultura Moche (precolombina), Perú
Luchas por el poder "-Cuando yo uso una palabra -dijo Humpty Dumpty- esa palabra significa exactamente lo que yo decidà que signifique... ni más ni menos. Lewis Carroll (A través del espejo) Como una necesidad de dominar al otro o el temor a ser dominado se entablan luchas exasperadas por el poder. Algunas corrientes psicoanalÃticas vieron como un complejo básico este de ejercer el poder social o matrimonial. Vemos cómo, proyectos y planes de la pareja, sucumben debido a la hostilidad y la cólera en medio de estas peleas.
Una manera de triunfar (triunfo a lo Pirro, aquel militar griego que, cuando volvió de la guerra, proclamó el triunfo de sus tropas, con la pequeña salvedad que todo su ejército habÃa sido diezmado y quedaba él solo) es mostrar que el que tiene el problema sexual es él que es un impotente.... ella que es una frÃgida... él que no sabe hacer el amor... ella que no sabe excitar a un varón. Asà se entablan largas y viejas discusiones, con los mismos módulos, las mismas secuencias, las mismas agresiones. Les viene bien aquella frase de J. P. Sartre: “SemivÃctimas, semicómplices, como todo el mundoâ€. Lo vemos en las terapias cuando se quedan sólo en la anécdota banal “él me dijo esto y yo le contesté lo otro...†y asà ad infinitum, sin ver que la causa real supera a la aparente y va más allá (a veces referidas a los personajes de la infancia, otras a anteriores parejas); o tratan de buscar alianzas con el terapeuta para mostrar quien es el verdadero culpable, proyectando los problemas en el otro; en realidad hay temores de someterse y una profunda rivalidad para ver quién gana la partida aunque las huestes hayan quedado diezmadas.
Hay parejas que disputan todo el dÃa y solucionan sus diferencias teniendo relaciones sexuales, recomponiéndose y amigándose en medio de la pasión y la voluptuosidad; como si recuperaran energÃas para seguir combatiendo. Si bien para algunos las luchas y agresiones pueden resultar estimulantes, para la mayorÃa, luego de las disputas, significa no lograr un encuentro sexual, fracasando en los intentos y aumentando asà las disputas que les producen una inhibición del deseo, de la excitación o de la erección.
Un paciente lo referÃa con claridad: sólo querÃa pelearla, hacerla sentir mal, culpable de todo; aunque le parezca mentira eso me tranquilizaba, minimizaba mi propio fracaso; cuando comencé a ver que mucho de lo que me pasaba era responsabilidad mÃa, dejé de disputar el poder con mi pareja: ahora nos sentimos mejor y pude empezar a conseguir mis objetivos.
Hay algo que los varones no perciben y es que muchas de estas disputas en realidad se deben a que depositan en el otro miembro de la pareja conflictos no resueltos y se recriminan cosas, que en realidad, están referidas a situaciones que no fueron elaboradas con sus padres o hermanos, despertando escenas de ira, celos, necesidad de dependencia o temor a caer en situaciones posesivas que vivió en su infancia. Esto se mantiene en el inconsciente y hay parejas que pueden estar años peleándose por algo que va más allá de la relación en sÃ. Las terapias sexuales dan cuenta de estas disputas de la pareja, tratando de develar las causas infantiles presentes en ellas. Antes de hacer el amor comienzan a competir para ver quien es mejor, se agreden, se pasan viejas cuentas, se despliega un sinfÃn de crÃticas, o discuten temas económicos (en el manejo del dinero es donde muchas veces se entablan, al igual que en el modelo social, duras luchas por el poder en la pareja). No quiero decir que no sean reales, sólo que, en ese momento, se traen a la cama para evitar el acto e "impotentizar o anorgasmizar†a la pareja. Julio, 35: “soy homosexual, creÃa que estas luchas por el manejo del poder eran privativas del modelo heterosexual y de eso querÃa escapar, ahora me doy cuenta que no se salva nadie, salvo que se reconozca de ambas partes. Con mi pareja por suerte tenemos bien en claro de no echar las pálidas al otro y la cosa funcionaâ€. Asà se exige, sutilmente o no, que la pareja tenga, sà o sÃ, un buen rendimiento sexual o una erección instantánea o un orgasmo por la penetración; algunas frases muy oÃdas son:
Entonces, si tiene buenas erecciones con la mujer que ama, teme quedar atrapado y, si presenta impotencia, tiene el temor a que ella lo abandone por alguien más dotado. Esto pasa claramente con los varones fóbicos que oscilan todo el tiempo entre la ansiedad de castración y de abandono: si se acerca demasiado me tengo que escapar y si no me llama me angustio. Con ellos siempre hay que ir midiendo las distancias y la intensidad del contacto (pasa tanto en las terapias como con las parejas). Es el famoso, y tan mentado por las mujeres, temor al compromiso. Claro que estas situaciones van generando hostilidad y agresiones contribuyendo a un clima de bronca entre ambos, el cual destruye la sexualidad. Hay quienes creen que sólo el varón podrá decidir en qué momento y cómo se realizará el coito; si una mujer “lo apura†y busca activamente el encuentro sexual, él terminará evitándolo, viviendo esta situación como una agresión a su machismo, o reaccionará angustiándose y con un episodio de impotencia. En cambio si ella es pasiva él se quejará de que no logra la erección porque no era muy activa ni suelta. Expectativas y decepciones "Yo no vine al mundo a colmar tus expectativas" Otras expectativas no sexuales insatisfechas también pueden movilizar agresiones a la hora del coito como, por ejemplo: anhelos de dependencia o de éxito económico o de ascenso social o de triunfo a través del matrimonio. Cuando algunas no son cubiertas por el otro pueden generar conflictos en el área sexual. Retomando lo de Perls, un paciente le dijo a su pareja: si colmo alguna de tus expectativas bien, pero si no, mejor sigue de largo. Algunas confusiones cotidianas (dirÃa Kafka):
* Dr. Adrián Sapetti, médico psiquiatra y sexólogo clÃnico. Nota: por su extensión este artÃculo está dividido en siete partes, y se completará en una próxima entrega. |